FORBIDDEN LOVE

TWELVE

HOSEOK

UNA SEMANA DESPUÉS

— Creo que deberías, prestarle más atención a tu salud Hoseok. — Murmuro el Dr. Min.

Eran las 10: Am y el Dr. Min, me había invitado a un café, en la cafetería del hospital. Acepte, necesitando urgentemente el descanso y despejar los inquietos pensamientos, que habitaban en mi cabeza.

Alcé la vista y me encogí de hombros, dándole una leve sonrisa.

— Estoy bien. —Dije—Seguramente es el cansancio.

Yoongi suspiro y bebió de su taza de café. Dejo el vaso en la mesa y volvió a insistir.

— De igual manera, insisto a que vayas a un chequeo médico. Nunca está de más Hoseok.

Negué con la cabeza.

— Agradezco tu preocupación Yoongi, pero de verdad estoy bien.

Yoongi tomo nuevamente su taza de café y bebió guardando silencio. Agradecía, que mostrara preocupación por mí. Era un buen amigo y se había encargado de distraerme en todo este tiempo, donde me había sentido solo y fuera de lugar.

Una semana después de la boda de Jimin, mi primo y Jeon aún seguían en su luna de miel. Jennie había regresado a París, un día después de la boda. Sejun, había estado ocupado al límite con el trabajo, pero, aun así, siempre trataba de hacerme un espacio y desayunábamos juntos, para ponernos al día. Mi padre había estado al pendiente de mí, y creo que, en todo este tiempo, habíamos pasado más tiempo juntos, que cuando era un niño. No me quejaba. Se sentía bien bonito por fin tener un papa y no un carcelero, que quisiese controlar mi vida. Madre, había decidido aplicarme la ley del hielo e ignorar que era su hijo, desde el día que habíamos discutido, lo que no lograba afectarme, porque ya me había vuelto inmune a sus constantes desprecios.

Por otro lado, había pasado más tiempo con el abuelo Doyoung. Su enfermedad iba avanzando, y no me gustaba que, en menos de dos meses, el abuelo ya no era el mismo. Tosía con más frecuencia y se veía bastante cansado. Él decía que era normal y que eran los efectos de las medicinas, pero en el fondo sabia, que no quería preocuparme. Yo no era tonto y aunque mi especialidad no era la oncología, seguía siendo un doctor.

En cuanto a Lía y a Taehyung, me los había encontrado un par de veces, tanto en la casa, como en el hospital, restregándome su felicidad. Por mucho que había tratado de ignorarlos y no cruzarme en sus caminos, había sido un poco difícil, considerando que vivíamos en la misma casa y trabajábamos en el mismo lugar.

El día después de la boda de Jimin y el siguiente, Taehyung había tocado la puerta de mi habitación, como días antes, tratando de escabullirse en mi habitación, como cada noche. Había tomado todo de mí, para no rendirme y salir a su encuentro. Sin embargo, lo había logrado y no había abierto, acudiendo a su encuentro.

Para el tercer día, Taehyung no había vuelto a su habitación por las noches, y tampoco había tratado de hablar conmigo. A decir verdad, me había sentido dolido y usado.

¿Tan fácil se había dado por vencido?

¿Entonces, solo había sido un juego para él?

Decidí, que tenía que seguir con mi vida. Pero, aun así, eso no evitaba que siguiera sintiéndome enfermo y triste.

Esa era la mayor razón, por la que no quería acudir a un médico. Porque aun que me doliera aceptarlo, yo sabía que me estaba pasando.

Mal de amor.