FOURTEEN. 2

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HOSEOK


— ¿Hoseok?

La mirada furiosa de su madre lo hizo sentir más pequeño de lo que era. La mujer siempre había tenido ese efecto en él. Y odiaba que fuese tan duro con él. Una palabra que ni siquiera debería ser permitida en el diccionario de un niño.

Girándose sobre sus talones, mi madre soltó mi brazo. Las facciones de su hermoso rostro expresaban dureza. E inmediatamente baje la cabeza temeroso ante sus represalias. Madre negó con la cabeza y espeto mirándome con asco.

Mírate como estas de sucio y andrajoso... —Hizo una pausa y mirando por las enormes puertas de cristal que daban al jardín, exclamo entre dientes— ¡Por el amor de Dios, Hoseok!, ¡¿qué dirán los invitados!?... Cuando será el día que aprendas a comportarte.

Me encogí en mi puesto con los ojos llorosos y el corazón hecho pedacitos. El miedo me atravesó como cuchillas de afeitar. Dolía. Ardía. Quería que se detuviera, pero si hablaba terminaría aun, peor.

Mírame niño estúpido. Te estoy hablando. —Demando madre, tomando mis pequeños hombros y zarandeándome, con demasiada fuerza— Eres una vergüenza para esta familia. Deberías de tomar el ejemplo de tus hermanos y ser como Sejun y Lía. No un desobediente y estorbo para tu padre y para mí.

Sin poder soportar más las crueles palabras de mi madre, me tambaleo hacia atrás dolido y humillado, desinflándome ante sus ojos y dejando expuesta mi vulnerabilidad. Entonces, tragando el nudo en mi garganta, miro a mi madre y digo bajito...

Pero madre. Yo solo estaba jugando...— Lagrimas gruesas cayeron por mis mejillas. Sollocé con fuerza e hipé murmurando... Yo-yo solo quería jugar con los demás niños y...

¿Qué está sucediendo aquí? —Dijo mi padre apareciendo en el living. Cuando su mirada hallo la mía, mis hombros cayeron, triste por volver a decepcionarlo. Suspiro frustradamente pasando su mano por la cara y exigió cansinamente — ¿mmm? ¿Es que acaso nadie me piensa responder?

Papá yo...

Pues que más va a pasar. —Madre alzo su voz por sobre la mía, interrumpiendo mis palabras y alegando duramente —Lo mismo de siempre. Tu hijo queriendo ser el centro de atención, haciéndonos pasar el ridículo delante de todos los invitados.

¡Eso es mentira!

Exclame furioso por las palabras de madre. Sus ojos se agrandaron ante mi rebeldía y juro que la vi ponerse roja como un tomate, mientras apretaba sus manos en puño.

Lo ves. —Dijo mirando a mi padre y posteriormente hacia mí, para luego añadir—Tras de caprichoso y desobediente, también es un insolente, que no le hace ni a su propia madre. Y ¿Sabes por qué? —Sin esperar una respuesta por parte de madre, espeto—Porque lo tienes mal acostumbrado. Porque está acostumbrado a siempre hacer lo que se le venga en gana y no recibir ni un castigo por su rebeldía. Así que no sé qué vas a hacer con este niño, pero no voy a seguir tolerando sus malos actos.

Con esas últimas palabras, me dio una última mirada segundos antes de pasar por el lado de mi padre y regresar al jardín, donde se estaba llevando acabo la fiesta, hecha por el cumpleaños número diez de Lía, dejándonos en un ambiente tenso. Inmediatamente, mis ojos enfocaron a mi padre, al tiempo que este fruncía el ceño, su mirada preocupada deslizándose de madre, mientras la veía salir, hacia mí.

Mis ojos picaron por la rabia e impotencia, mientras apretaba mis pequeñas manos en puños. Y realmente tuve que morderme la lengua, para evitar decir lo que no debía. Mirando a mi padre, lo vi pasarse una mano por el pelo, su rostro cansado mirándome con tristeza. Después de unos segundos finalmente dijo.

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