𝟐𝟗

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—¡Me engañaste!, eres un mentiroso y un tramposo —protesté cruzándome de brazos.

—Tú eres la causante de todo, me vuelves loco, no podía esperar hasta la noche para tenerte entre mis brazos.

—¿En serio, Joe? —pregunté un tanto sonrojada.

—Por supuesto, no sé qué me pasa cuando estoy contigo que pierdo el control, eres un peligro ___, nublas mi mente y no me permites ver las cosas con claridad.

—Quizá debas remitirme a las autoridades —respondí jugando.

—Eso haré, pero tu condena será estar encerrada en un cuarto conmigo, sin oportunidad de fianza ni de apelación.

—Uuy, eso sí me da miedo —me abracé a mí misma.

—Debería, en serio, ya no sé qué otra locura podría cometer, eres una hermosa
tentación andante.

—Definitivamente deberían encerrarme, en una torre alta sin accesos.

—Y yo iría a rescatarte —dio la vuelta en la siguiente esquina —ya no puedo imaginar mi vida sin ti, definitivamente me hechizaste.

Mi corazón se disparó ante esas palabras y ya no supe que más decirle, coloqué mi mano encima de la suya, sobre la palanca de velocidades, él me sonrió, en un semáforo en rojo se acercó y me besó dulcemente. Seguimos el trayecto en silencio, yo quería preguntarle tantas cosas, pero no sabía cómo, no quería arruinar el momento, parecía mágico.
Llegamos a la casa, Joseph metió el auto a la cochera, me ayudó a bajar y me dio un beso en los labios, yo lo miré asustada.

—¡Joseph! pueden vernos.

—Tranquila, todavía siguen viendo el partido —respondió y volvió a besarme, pero después de unos segundos lo separé.

—Basta, no es bueno tentar a la suerte.

Me sonrió y luego bajó las bolsas de la cajuela, caminamos a la cocina y dejamos todo ahí, en efecto, Grace y John seguían viendo el partido. Él me preguntó por las cervezas y le dije que se nos olvidaron, sólo esperaba que no notaran que nos tardamos más de la cuenta, pero al verlos tan emocionados siguiendo el partido descubrí que no habían sentido el tiempo pasar.

Subí a darme una ducha y cuando bajé ya había terminado el partido. Grace y Joseph estaban en la cocina y no pude evitar sentir celos de esa escena, pero cuando él se dio cuenta de mi presencia me guiñó un ojo y se me aceleró el corazón, olvidando la molestia. John estaba afuera de la casa, hablando por celular otra vez, así que me puse a preparar el flan.

Era una situación tan extraña, Joseph partía las lechugas mientras Grace preparaba la pasta y yo estaba poniendo los ingredientes en el molde, entonces extrañamente, noté que la actitud de ella estaba un poco diferente, no estaba tan efusiva con Joseph y por primera vez escuché que lo llamó por su nombre en lugar de decirle "nene", que por cierto, odiaba que le dijera así.

John entró finalmente y también se puso a ayudarnos, guardó el vino en el refrigerador y comenzó a separar las uvas de los racimos. Parecíamos cuatro buenos amigos de toda la vida compartiendo un agradable momento culinario, incluso las cosas entre Joseph y John estaban más relajadas, se habían olvidado del acalorado partido de ping pong y, como mi novio estaba distante conmigo, Joseph se estaba comportando tranquilamente.

Como a las seis estaba lista la cena, Grace y yo decoramos la mesa y después nos sentamos los cuatro a comer mientras seguíamos platicando.

—¿Por qué no mezclas los alimentos __?de todas maneras se mezclan en el
estómago —preguntó Grace divertida.

¿Estás libre esta noche? (Joseph Quinn adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora