𝟏𝟕

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Parecía ser un chico ejemplar, a excepción de su fama de playboy, "algún defecto debería de tener, porque nadie es perfecto", dije en voz alta. Me llevé las manos a la cabeza, sin poder dar crédito a que él fuera el dueño del hotel donde me citaba, ahora comprendía muchas cosas, porque siempre íbamos a la misma habitación, porque sabía lo de las cámaras en los elevadores y lo del servicio a cuarto las 24 horas.

No podía ser cierto lo que me estaba pasando, toparme con un desconocido que resultó tener más lazos conmigo que los que jamás imaginé, no sólo era cliente de mi novio sino que su hermana era cliente de la agencia y a pesar de que Natalia era quien llevaba esa cuenta, yo tenía que estar también en el evento, parecía que el destino se empeñaba en complicarme la vida.

Esa noche casi no pude dormir, tenía demasiadas dudas en mi cabeza y debía reconocer que una gran parte de mí iba a extrañar esos encuentros, pero me quedaba claro que ya no podían ser, no cuando él conocía a John y cuando yo había comprobado que tenía a alguien en su vida, cualquiera que fuera la relación que llevaran, una cosa era tener la sospecha y otra muy diferente corroborarlo de primera mano, además ella era una buena chica, hasta podríamos ser amigas.

Al día siguiente llegué muy temprano a la oficina, tenía que mantener mi mente ocupada lo más que pudiera o me volvería completamente loca. Como a la media hora llegó Natalia que se sorprendió de verme ahí a esa hora.

Al mediodía me llamó Maya para contarme que había peleado con Steve, al parecer su relación se estaba acabando de a poco, me llamó muchísimo la atención algo que me dijo "ahora entiendo que todo debe ser equilibrado, ni puro amor ni puro sexo, lo ideal es una combinación de ambas cosas, tómalo en cuenta para cuando te cases, el deseo no es suficiente, si no hay amor en algún momento se termina la pasión".

Me quedé pensando en sus palabras y tenía razón, yo tenía el amor de John y la pasión de Joseph, ambos me daban el equilibrio, pero separados la balanza se inclinaba hacia alguno de los lados, que difíciles son las relaciones humanas.

Los días se me habían pasado volando, a pesar de que no dormía mucho y sentía la necesidad de llamar a Joseph, pero ahora no podría resistir que su celular me mandara al buzón, además él no daba ninguna señal de querer estar conmigo y yo no iba a rogarle ahora que ambos sabíamos quienes éramos en realidad.

Me miré al espejo después de terminar de arreglarme, hoy era la fiesta del lanzamiento de la línea de ropa de Millie
Quinn y ella se había empeñado en que Natalia y yo, vistiéramos uno de sus modelos. Mi amiga eligió el más atrevido, yo me quedé con uno verde que me llegaba justo arriba de la rodilla, tenía descubierta la espalda y se unía por el cuello en una tira que bajaba por ambos lados al frente, así que tenía un escote, era un poco volado y de una tela finísima. Me coloqué encima la estola verde también, tomé mi bolso y salí rumbo al conocido hotel que no había ido desde hace dos semanas, claro que el propósito de esta visita era muy diferente.

Fui la primera en llegar, me aseguré que todo estuviera en orden, la plataforma para el desfile estaba lista, las sillas acomodadas, la enorme mesa con los bocadillos y las bebidas, el lugar donde se colocaría la poca prensa que habría, los meseros perfectamente vestidos, un chico estaba haciendo la prueba de sonido, todo iba marchando de acuerdo a lo planeado. Minutos después llegó Nat y dimos las últimas indicaciones a los edecanes que recibirían a los invitados.

— ¿No va a venir John? — preguntó mientras se retocaba el maquillaje.

—No, tuvo que viajar a San Francisco, creo que regresa el sábado.

—Ah ok, hace mucho que no lo veo.

—Yo también, bueno, desde el domingo que fuimos al cine, y tú, ¿por qué no invitaste a Nick?

—Tenía otro compromiso.

Alrededor de las siete empezaron a llegar los asistentes, mis piernas me temblaron al ver entrar a Jamie y Natasha, señal de que Joseph en algún momento se presentaría, era lógico que toda la familia estuviera presente y yo me debatía por dentro, a una parte de mí le daba miedo volver a verlo, pero la otra se moría de ganas de mirarlo aunque fuera a lo lejos.

Minutos después arribaron el Dr. Quinn y su esposa Kristen, me dió tanta tristeza al verlos tomados de la mano, sonrientes, felices y orgullosos, deseé que Sadie y Caleb algún día se hubieran visto así, pero ni siquiera podían hablarse por teléfono, es más ni a mí me llaman por sus múltiples ocupaciones, según.

Un mesero pasó y de la charola tomé una copa de champagne que me bebí de un solo trago, necesitaba valor para el momento que inevitablemente ocurriría.

La siguiente en llegar fue precisamente Millie, de la mano de su novio, del que no recordaba su nombre, pero que extrañamente su rostro me resultaba familiar, se parecía a alguien que conocía pero no sabía a quién. De inmediato los fotógrafos se acercaron a ellos y ambos posaron, ella con una gran sonrisa y él un poco tímido, se veía que no estaba acostumbrado a las cámaras.

Siguieron llegando más invitados, incluido Scott que iba con su esposa, de inmediato me acerqué a saludarlos, él me felicitó por lo bien que el salón lucía y por toda la organización del evento, tuve que recordarle que lo había organizado en conjunto con Nat, pero él me sonrió y me dio unas palmaditas en el hombro. Me quedé platicando un buen rato con ellos y me bebí otra copa de champagne.

Después Millie se acercó a Natalia y a mí, saludándonos con un gran abrazo. De inmediato noté el hermoso anillo de oro, con un diamante al centro, que portaba en su dedo anular de la mano izquierda, debía ser de compromiso, sin duda.

—Muchas gracias chicas, todo está espectacular.

—No tienes nada que agradecer, es nuestro trabajo y lo hacemos con gusto —respondió Natalia.

— Y los vestidos les quedaron perfectos, ustedes también van a pasar a modelar,
¿eh?

—No Millie, de ninguna manera, te lo agradezco, pero no hay forma alguna de que yo me suba a esa plataforma —dije un tanto seria y con miedo.

—Pero si te ves hermosa, aunque yo
había pensado que te pusieras el vestido rojo, no es que se te vea mal a ti, Nat, para nada. Pero los elegí pensando en sus respectivas personalidades.

—Por eso traigo el rojo, es muy tímida y quiere pasar desapercibida.

—Pues yo percibo en ella un lado muy sensual que debería explotar —aseguró
guiñándome el ojo.

—Millie, que cosas dices —exclamé muerta de la vergüenza, con la cara roja como tomate, si supiera cuanto había explotado esa parte con su hermano.

Entonces, vi que los fotógrafos corrían a la puerta, volteé motivada por la curiosidad y lo vi entrar, Joseph Quinn en todo su esplendor, vistiendo un smoking y corbata negra de moño, con una camisa blanca, el cabello un poco más arreglado que de costumbre, pero sin perder su toque, era un monumento a la belleza masculina. Mi corazón empezó a latir a toda prisa mientras lo veía posar junto a Grace, quién lo tenía tomado por un brazo, no pensé que vendría con ella, pero claro, no podía llegar solo tampoco.

¿Estás libre esta noche? (Joseph Quinn adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora