Bajé del taxi, estaba lloviendo y corrí los pocos metros para entrar al edificio. El vigilante me saludó con una sonrisa, como siempre, que le devolví amable.
Caminé al elevador apretando el botón para subir, de inmediato se abrió la puerta y entré, toqué el botón del piso 5, esperando con cierta impaciencia el llegar a mi destino. Cuando se abrieron las puertas, rápidamente saqué las llaves de mi bolso, abrí e ingresé al departamento, miré el reloj y faltaba justo una hora para que John pasara por mí, así que de inmediato me metí al baño, para darme una ducha rápida.Terminé de arreglarme justo 5 minutos antes de las 8, salí de la habitación y me senté en el sillón a esperarlo. Me di cuenta que el botón de la contestadora estaba en rojo y parpadeando, señal de que tenía un mensaje, así que lo presioné, escuchando la dulce voz de novio.
—¡Feliz Cumpleaños____! mi amor, no sabes como lamento no poder llevarte hoy a cenar, pero es imprescindible para la empresa que cierre hoy este contrato, representa muchos millones y por más que le supliqué a Tyler que enviara a alguien más no quiso, me reitero que sólo yo podía convencer al cliente. Te prometo que te lo recompensaré, recuerda que te amo.
Cerré los ojos resignada y dejé caer mi cabeza en el respaldo del sillón, que inconveniente resulta que tu cumpleaños caiga en un martes y que la única persona que tienes cerca para celebrarlo tenga que cumplir con un compromiso laboral.
Deseé en ese momento seguir viviendo con Sadie, al menos tendría compañía, entonces recordé que odiaba el clima de Texas y además no tendría el magnífico empleo que ahora tengo. Aparte de disfrutar, me permite darme varios lujos.
Me levanté del sillón, dirigiéndome a la cocina, busqué en la alacena de abajo y encontré una botella de vodka a la mitad, la saqué y la coloqué en la mesa, abrí el refrigerador, saqué unos hielos, un jugo de naranja y de la alacena de arriba un vaso. Coloqué un par de hielos en éste, un poco de vodka y llené el vaso con el jugo.
—Feliz cumpleaños a mi.
Dije alzando mi vaso, como brindando con el aire, y le di un trago considerable.
Me senté en una silla del comedor y puse un poco de música, era mi cumpleaños número 22 y lo estaba celebrando sola, lo que orilló a que hiciera un recuento de mi vida, a decir verdad, la gran mayoría de mis cumpleaños habían sido aburridos, a excepción de número 20 que John me organizó una fiesta sorpresa.
En general, mi vida era bastante monótona, centrada básicamente en mi trabajo y en mi novio, un importante corredor de bolsa que me dedicaba las pocas horas que su trabajo le permitía, en cuanto a amigas, sólo dos, una casada y la otra madre soltera. ¡Genial!, no tenía opciones de con quién pasar este cumpleaños.
El sonido de mi celular me sacó de esas cavilaciones, me levanté y tomé mi bolso que había dejado en el mueble junto a la puerta, empecé a buscarlo, y entonces encontré con que entretenerme un rato.
Mi bolso era un completo desorden, vacié todo el contenido de mi bolso sobre la mesa, había un gran surtido, boletos de cine, notas de restaurantes, servilletas, mentas, plumas, labiales, tarjetas, así que empecé a seleccionar lo que podría servirme y lo que era basura. De pronto, una servilleta con algo escrito llamó mi atención, era un número de celular y una frase escrita debajo.
Clave: ¿Estás libre esta noche?
Entonces recordé la plática fortuita que había tenido con una chica en el baño de aquel bar al que fui con unos compañeros de la oficina tres semanas atrás. Ya con unas copas encima me quejé de la poca atención de mi novio, ella sacó una servilleta y anotó esos datos.
«No te vas a arrepentir, sólo di la clave y entrarás al paraíso, el chico es un dios y te aseguro que te dejará sin sentido»
Miré fijamente la servilleta, releí varias veces el número y la frase. Era una locura, citar a un completo desconocido tan sólo por la inmensa soledad que sentía y, además con qué fines, no iríamos a cenar precisamente, esa chica me había dejado muy claras cuáles eran las habilidades de su «amigo», como lo llamó.
¿Y qué más daba hacer una locura en mi cumpleaños?, siempre he sido una chica muy correcta, ni siquiera me fui de pinta en la escuela y siempre tenía las mejores calificaciones, nunca les había dado un dolor de cabeza a mis padres y mi jefe siempre alababa mi sentido de la responsabilidad. Así que al diablo con todo, tenía derecho a divertirme, además ya estaba maquillada y arreglada.
Nerviosa tomé mi celular, digité los números, pero al momento de presionar el botón de llamar me acobardé y entonces terminé presionando el de colgar, repetí el mismo procedimiento varias veces mientras mi corazón se aceleraba con cada intento. Bebí el último trago de la bebida y me dio el valor que me faltaba, así que finalmente presioné el botón de llamar mientras sentía los latidos de mi corazón en la garganta y hasta podía escucharlos.
Timbró una vez, dos, tres, pero, ¿en qué estaba pensando?, era martes y seguramente él tenía una vida y asuntos que atender, estaba por colgar cuando una hermosa voz aterciopelada me dijo
«hola», me quedé muda, mis manos sudaban, y creo que todo el cuerpo temblaba por los nervios, «hola», volvió a decir el extraño ahora con un tono más profundo y sensual.—¿Estás libre está noche? —dije atropelladamente cerrando los ojos como si él me estuviera viendo.
—Sí, ¿en dónde nos vemos? —respondió y casi pude asegurar que sonreía.
—No lo sé, tú dime —no iba a citarlo en mi departamento, alguien podría verlo.
—¿Te queda cerca el Hotel Rose
Imperial? —cuestionó él. Muy conveniente, cómo no se me ocurrió.—Como a 20 minutos —respondí no muy segura, no lo identificaba bien.
—Te veo en el lobby en media hora, ¿te parece bien?
—Sí, claro —con suerte si el tráfico me lo permitía.
—Excelente ¿cómo te reconozco?
—Mido como 1.60, cabello largo castaño y ondulado, ojos café oscuro, traigo un vestido negro asimétrico de manga corta, que me llega debajo de la rodilla, y yo, ¿cómo te reconozco a ti?
El desconocido emitió un bufido.
—Simplemente lo sabrás, en media hora te veo.
Escuche el tun, tun, tun que indicaba que él había colgado primero. Metí lo indispensable a mi bolso, como un labial, mi monedero y mis llaves, tomé mi abrigo para salir prácticamente corriendo. Mientras bajaba por el ascensor pensaba en lo que estaba a punto de hacer, era completamente insensato, una total locura, una cita en un hotel con un desconocido que igual y podría ser un psicópata.
Pero ya lo había hecho y además mi número había quedado registrado en su celular, si no me aparecía seguramente me buscaría para reprocharme.
Tomé un taxi y le indiqué la dirección, exactamente 25 minutos después me encontraba cruzando la puerta del hotel, uno de cinco estrellas, por cierto, jamás me imaginé que ahí te alquilaran una habitación sólo por una noche.
Tomé un gran respiro mientras caminaba nerviosa de un lado a otro, y, ¿si era una tomada de pelo?, ¿una broma?, la chica que me dio el teléfono sólo la había visto una vez en mi vida y por lo que recordaba ya estaba pasadita de copas.
Definitivamente había perdido el juicio, estaba por salir del lugar cuando alguien susurró en mi oído.—¿Estás libre esta noche? —el sonido de su voz erizó mi piel.
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¿Estás libre esta noche? (Joseph Quinn adaptación)
Fanfiction𝙏𝙧𝙚𝙨 𝙨𝙞𝙢𝙥𝙡𝙚𝙨 𝙧𝙚𝙜𝙡𝙖𝙨 𝙖 𝙨𝙚𝙜𝙪𝙞𝙧: 1. No nombres 2. No preguntas personales 3. No lazos afectivos ¿Serás capaz de cumplirlas? +18. - Esta historia no es mía, es ADAPTACIÓN. Créditos a la creadora original: AnneHilldweller. Novela...