𝟔

1.2K 108 4
                                    

☆☆☆

Sus palabras me hicieron estremecer. Además de atractivo, su voz me erizó la piel al punto de exigirle telepáticamente que me embistiera con desquite. El castaño se acercó tomándome por la cintura, con la punta de su lengua lamió mi oreja izquierda y exhaló, haciendo que su aliento fresco entrara para provocarme una cálida sensación que recorrió cada centímetro de mi cuerpo hasta arquearlo. Bajó lamiendo hasta mi cuello, una vez ahí, me dio pequeños besos mientras colocaba sus dedos en los tirantes del vestido y los bajaba, al llegar a la altura de mis senos deslizó hasta éstos sus manos y los masajeó por encima de la delgada tela del vestido, mis manos estaban sobre sus codos sujetándolos fuertemente, sentía que me desvanecería por las intensas sensaciones que sus caricias me estaban provocando.

Inclinó su cabeza para lamer y besar el inicio de mis senos, automáticamente tiré de mi cabeza hacia atrás soltando algunos jadeos, después sujeté con mis manos su cara y la llevé hacia la mía para volver a besarlo apasionadamente, una de sus manos bajó hacia mi muslo, introduciéndola por debajo del vestido hasta mis glúteos; donde ahí los presionó.
Dejamos de besarnos para tomar aliento, dirigí mi boca a su cuello trazando una línea con mi lengua hasta llegar a su oreja.

—Quiero sentirte dentro de mí —susurré, mientras con una mano acariciaba su parte más vulnerable por encima del pantalón notando su erección.

Presurosa, desabroché el cinturón bajando el cierre del pantalón mientras él sacaba un condón de una de las bolsas. Liberé su miembro que denotaba la misma urgencia que yo sentía mientras él sacaba el condón de la envoltura y se lo colocaba mientras yo me tumbaba en la cama para retirarme la ropa interior. Él se quitó el pantalón y se colocó encima de mí subiendo el vestido para introducirse de golpe en mí. Esta ocasión el gemido que escapó de mi boca fue más fuerte, él sonrió satisfecho mientras se movía y empujaba su endurecido miembro a ritmo controlado. Lo tomé del cuello de la camisa, retirándose la con urgencia para acariciar ese torso perfecto y marcado. Él postró su cara sobre mi hombro, emitiendo algunos jadeos profundos justo en mi oreja volviéndome completamente loca, yo acariciaba su espalda y bajé hasta su sacro que empujé para que se introdujera más profundo en mí, aceleró sus movimientos mientras me besaba y mordisqueaba mis labios, rompí el beso al sentir que llegaba al orgasmo para liberar el grito que estaba en mi garganta. Él se rió.

—Sshhh, van a pensar que te estoy matando —musitó sobre mi boca que permanecía abierta, con esa voz aterciopelada y ahora retorcida por la excitación.

—Y lo estás haciendo... de placer —respondí sin ningún pudor, a estas alturas había olvidado por completo el significado de esa palabra.

Se levantó aunque todavía no terminaba, yo me hinqué en la cama retirándome el vestido que estorbaba, él se sentó recargándose en la cabecera, palmeó sus cuádriceps para sentarme sobre él, frotando nuestras partes más íntimas mientras lamía y mordisqueaba su oreja, yo con mis manos trazaba una línea invisible en su pecho, él me sujeto por las nalgas y me levantó un poco, entonces yo tomé su miembro y lo dirigí hacia donde lo necesitaba, dentro de mi cuerpo, al sentirlo hice la cabeza para atrás y volví a gemir moviéndome acompasadamente, tomando el control de la situación, él subió sus manos a mi cabello para retirarme la liga que lo sujetaba, yo moví mi cabeza entrelazando los dedos en mis cabellos para colocarlos a los lados de mis hombros, él tenía ahora sus manos en mi cintura y las movía hacia mis muslos, yo coloqué las mías sobre sus hombros para seguir moviéndome, nuestras miradas se cruzaron, ambos estábamos disfrutando las expresiones de placer que teníamos refleiadas en el rostro y los gemidos que se confundían.

Sentí como explotaba en mi interior mientras apretaba mis caderas y gemía, lo besé sintiendo como yo volvía a llegar al éxtasis total. Me quedé unos minutos recargada sobre su hombro, tratando de controlar mi respiración y después me senté a su lado, no pude evitar suspirar fuertemente. Él me miró.

—¿Ya te vas? — fue lo único que se me ocurrió decir.

—¿Ya quieres que me vaya?—arqueó una ceja, sus rosados y carnosos labios se mantenían abiertos, todavía su respiración estaba errática.

—No, es sólo que... bueno... la otra vez...

—Aún es temprano.

—¿Sabes?, tengo una duda —confesé mordiéndome el labio inferior.

—Dila, sólo recuerda que nada personal.

—No lo es... — sacudí mi cabeza. Estaba buscando las palabras correctas para hacer esa pregunta que me llenaba de vergüenza—. Bueno, como te diste cuenta, mi amiga no me explicó gran cosa y pues... yo me preguntaba si... —sentí que las mejillas me ardían por el rubor.

—¿Si qué? —preguntó poniéndome más nerviosa ya que me miraba fijamente.

—Pues... si hay... es decir... ¿tengo que... pagarte? —finalmente lo expresé mirando hacia mis manos que jugaban con la sábana.

— ¿Te refieres a dinero? —dijo sonriendo divertido y yo quise que la tierra me tragara.

—S-Sí —respondí titubeante.

—¿Y tú crees que la otra ocasión me hubiera ido sin mi pago?—Su expresión ahora era de burla.

—Supongo que no —reflexioné que me hubiera llamado para cobrarme. Él bufó.

—No soy un gigoló, si es lo que piensas, esto es sólo placer para ambos y créeme, no hay dinero suficiente para retribuirlo—se restó de hombros.

Me quedé muda, no me esperaba esa respuesta, en verdad tenía toda la razón, no contaba con el dinero suficiente para pagarle todas esas intensas sensaciones que me hacía sentir. Vi que se levantó para tomar su pantalón del suelo, buscó en un bolsillo y sacó otro condón, eso provocó que sonriera y mordiera mi labio inferior. Sí, una vez más, con otra vez me conformaría por esta noche. Se subió a la cama y dejó el condón sobre la almohada, me jaló de las piernas para dejarme completamente acostada, con las yemas de sus dedos las fue recorriendo, desde el talón, se detuvo en las rodillas haciendo movimientos circulares, después subió a mis muslos que apretó ligeramente. Lamió mi abdomen hasta ascender a mis pezones con los los que estuvo jugueteando mientras con dos dedos frotaba mis clitoris. Vaya que lo hacía a la perfección. Yo arqueé mi cuerpo y abrí mis piernas, él subió lamiendo hasta mi cuello, después me besó mientras colocaba su dedo en mi interior deslizándolo afuera y adentro. Como pude tomé el sobre del condón rompiéndolo con los dientes, mientras él seguía dándome placer con su dedo, se lo entregue, el castaño se lo colocaba con urgencia, abrí más mis piernas y cerré los ojos al sentir como entraba de nuevo en mí.

★★★

¿Estás libre esta noche? (Joseph Quinn adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora