ROYALTY; Nikolai Lantsov

prologue

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Esmerald alisó la falda de su vestido en tono vino. Odiaba ese vestido y el horrible corset que se le ceñía al cuerpo, sus padres habían insistido que lo usara, porque esa noche tendrían invitados.

Pero nada podía resultar de buena manera si un invitado especial estaba en su casa a pocos días de su cumpleaños.

La joven Solovyov se acercó a sus padres descubriendo quien era su invitado, Brum, el jefe de los Druskelle.

— Buenas noches — saludó Esmerald recordando sus modales.

La forma en que el hombre Druskelle la miró la hizo sentirse asqueada.

— Hija mía — murmuro su madre al verla.

— Estábamos hablando con Brum — prosiguió su padre. — Tu cumpleaños se acerca y hemos decidido que puede haber una importante celebración.

— ¿Qué sería? — preguntó Esmerald. — No me enseñarán a cazar osos ¿verdad?

La madre de Esmerald se rio como si le acabaran de contar el chisme más gracioso, en cambio su hija notó ciertas cosas en esa risa, como el nerviosismo.

— Querida hija — habló el señor Solovyov. — Para festejar tu cumpleaños hemos decidido celebrar una boda, tu boda, con Brum.

Esmerald cambió por completo sus expresiones, mirando a sus padres con completa decepción.

— No voy a casarme — aseguró. — El día que vaya a casarme será un hombre al cual ame y me agrade desposar, no por una mercancía.

— No era una pregunta, hija.

— No voy a casarme — volvió a repetir. — No voy a casarme.

Esmerald dio la vuelta subiendo a su habitación escuchando como su padre le gritaba, se encerró buscando varias sábanas para amarrarlas entre sí, las amarró al barandal que había en su dormitorio para brincar por este.

Se dirigió hasta el puerto con el vestido aún puesto y las zapatillas que le lastimaban, pero aún así escapaba por su libertad, solo la sombra sería su cadenera.

Se subió al primer barco que vio sin pensar a donde llegaría o a donde estaría. Esa noche Esmerald Solovyov dejó atrás una vida de privilegios por una vida de fugitiva.

Una semana había pasado desde que Esmerald llegó a Kerch, se logró deshacer de aquel molesto vestido y las zapatillas. Usando un par de pantalones viejos con una camisa gastada, no era lo mejor, pero era su única opción.

Se estaba aburriendo de la vida en Kerch, era bueno conocer nuevos lugares, pero al estar en aquel barco sintió una sensación de que ese era su lugar y más cuando la tripulación se adaptó a ella rápidamente.

— ¿Quien eres? — preguntó una persona que estaba vigilando quienes eran los que subían al barco.

Esmerald estaba entre la fila de aquellos que querían subir en la tripulación.

— Esmerald — se presentó.

El hombre estaba a punto de negarle subir, pero otra voz se escuchó.

— ¡Déjala subir! — grito una mujer desde el barco.

Al lado de ella, Esmerald pudo distinguir a un chico fornido al lado de la chica, probablemente tendrían la misma edad, pero en la oscuridad de la noche no podía hacer similitudes así.

— Vamos, déjala subir la llevaremos con el corsario — insistió el chico.

Esmerald subió al barco donde conoció a ambos chicos que la ayudaron, Tolya y Tamar, hermanos.

Tamar le ofreció la litera que estaba de sobra en su habitación, y un poco de ropa por si la llegaba a necesitar.

Con el pasar de los días, Esmerald comenzó a llevarse bien con la tripulación incluso con el corsario Sturmhond.

Solía apostar con Tolya al jugar cartas, Tamar le enseñaba a usar las hachas por si era necesario, incluso Tolya le ofreció algunas clases de lucha que eran algo divertidas, tanto que Sturmhond le enseñó a disparar a Esmerald, aquella tripulación se convirtió en la familia que la joven necesitaba, pero como en todas las familias existían los secretos, ella jamás habló de su pasado, de donde venía o de donde escapó, no, ella solo era Esmerald para todos.