III

1K 53 14
                                        

Advertencias: Tentacle Rape, Monster Sex

Sticky Situations

La batalla contra Urizen se había complicado demasiado, a tal punto de que incluso Dante fue derrotado y enviado volando lejos del lugar. Solo Trish, Lady y yo quedamos en la arena, y pronto el enorme y peligroso rey demonio se apropió de nosotras, ya que estábamos indefensas y éramos incapaces de movernos después de aquella fatídica y desafortunada batalla.

—¡Brenna! —gruñó Trish, su mano estirada hacia mí.

—¡Lady, Trish! —Exclamé, al igual que Lady yo también era humana, pero manejaba bien las espadas y el arco y eso me había dado un pase para unirme a Devil May Cry y aniquilar demonios junto a Dante, Trish y Lady.

Aquellos tentáculos que rodeaban mi cuerpo apretaban cada vez más, impidiéndome respirar y haciéndome caer inconsciente muy pocos instantes después, quitándome toda esperanza de sobrevivir.

Desperté debido a una desagradable sensación de humedad en mi rostro, algo mojado y viscoso me estaba tocando la cara. Abrí mis ojos con un gruñido, chillando al verme cara a cara con Urizen, quien me sujetaba de las muñecas y los tobillos frente a él con sus tentáculos.

Intenté forcejear y liberarme, pero fue en vano. Miré hacia abajo buscando a la rubia y a la morena de pelo corto, pero solo estábamos Urizen y yo, mirándonos fijamente a los ojos.

—Maldito, ¡¿qué les has hecho?! —Grité.

—Convertirlas en seres útiles —habló él con su regia y poderosa voz.

—¿Qué piensas hacerme a mí? —Tenía miedo de su respuesta, no sabía siquiera si me contestaría, pero tenía que intentarlo.

—De momento satisfacer mis deseos, después ya veremos.

Aquello me puso la piel de gallina, ¿a qué se refería exactamente con eso?

Pronto lo descubrí, y no fue nada agradable: uno de sus tentáculos, el que estaba más próximo a mi rostro, se acercó de nuevo hasta mí, colocándose justo bajo mi nariz mientras liberaba un aroma curioso cuanto menos, era dulce y pacificador, como un tranquilizante o somnífero.

Quería forcejear, evitar seguir inhalando aquella fragancia, pero me fue imposible, él me tenía muy bien agarrada y era imposible moverse. Gimoteé al sentirme así, pero sabía que no me soltaría.

Pronto aquel mismo tentáculo, junto con ayuda de otro rompió mi camiseta y mi sujetador, y fue entonces que comprendí a qué se refería Urizen con satisfacer sus deseos. Estaba en celo.

Se enroscaron en mis pechos y las puntas comenzaron a moverse sobre mis pezones, llenando todo mi torso de aquella baba que dejaban. Resultaba asqueroso, pero también placentero, aunque odiase admitirlo. A los pocos instantes noté un punzante dolor en mis senos, bajé la mirada y pude ver que de las puntas de aquellos tentáculos habían salido unos aguijones que se clavaron en mi carne sin piedad alguna.

No sabía si me estaba inyectando algo o si por el contrario estaba extrayendo algo de mí, pero pronto gemí y grité, primero sentía dolor, pero poco a poco este se fue mezclando con el placer.

En medio de todo aquello dos nuevos tentáculos se unieron a lo que pasaba, rompiendo esta vez mi pantalón, pero dejando de momento mi ropa interior en su sitio. Comenzaron a frotarse contra mi parte baja, y llegué a la conclusión de que, en efecto, Urizen me había inyectado algo, un afrodisíaco para tenerme completamente excitada.

En cierto modo era horrible, quería salir de allí, encontrar a Dante y acabar con aquel demonio, resistirme a sus caricias, pero yo no era dueña de mi cuerpo en aquel momento, solo una mera espectadora ya que el placer, en contra de mi voluntad, manejaba todo mi ser.

One Shots con Vergil SpardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora