II

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Segunda parte del One Shot anterior:

Advertencias: Spanking, BDSM, Anal, Sex Toy

Getting The Mark (II)

Unos días pasaron desde aquella noche, Vergil y yo no habíamos vuelto a tener relaciones, y debía admitir que ya le echaba de menos en ese sentido y, de hecho, gracias a eso ni siquiera era capaz de estar atenta al cien por cien durante sus clases, solo podía mirarle y recordar aquella noche una y otra vez.

—Kaida, presta atención por favor —exhalé al escucharle llamarme la atención, volviendo a la realidad. Todos los alumnos tenían su vista puesta en mi persona, y podía notar que Vergil se divertía con la situación.

Pasé saliva mientras notaba mis mejillas tornarse rojas como tomates bien maduros, bajando la mirada.

—Lo siento —musité, mis palabras resonaron por toda la clase, e incluso pude escuchar alguna que otra risa, la situación era demasiado embarazosa para mí, estaba en la universidad y me acababan de llamar la atención como si fuera una simple adolescente.

La clase dio su fin, y Vergil me interceptó justo cuando salía del gran salón, pidiéndome que me quedara ya que quería revisar mi examen conmigo. Examen en el que tenía un diez. A pesar de ello no le di importancia y simplemente me quedé allí junto a su escritorio, mandándole un mensaje a Lilith que decía que estaría ocupada durante el descanso.

—¿Te parece bien no prestar atención a mis clases? —Se le notaba molesto mientras cerraba la puerta con llave y apagaba las luces del lugar.

—¿Y a ti te parece bien humillarme como lo has hecho? —Repliqué, Vergil se estaba acercando peligrosamente a mí.

—Es lo que mereces por ser una mala chica —contestó él mientras me acorralaba contra la mesa, sus manos a ambos lados de mi cadera —. Date la vuelta, es hora de que te enseñe modales... otra vez —y en ese momento pude notar que estaba recordando lo que pasó la otra noche.

—¿Aquí? —Debía admitir que me ponía que quisiera hacer algo en un lugar como este, pero me daba miedo que nos descubrieran.

—Aquí —afirmó —. Será mejor que me obedezcas, Kaida —amenazó.

Tragué saliva y me di la vuelta, Vergil puso su mano en mi espalda y me hizo inclinarme un poco. Apoyé las manos en el escritorio y me mantuve como él me había dejado, sintiendo sus manos en mi trasero, aún por encima de mis mallas de cuero.

—No me gusta que lleves algo tan ajustado, la gente te mira demasiado —gruñó bajando la prenda hasta mis rodillas.

—¿Qué quieres que te diga? No querrás que me vista como una monja, tengo que aprovechar mi juventud —repliqué mientras él jugueteaba con el hilo de mi tanga, tirando de él levemente hacia arriba.

—De verdad que eres una chica muy mala —y antes de que pudiera siquiera vérmelo venir, su mano impactó con fuerza sobre mi nalga derecha, dando un azote que resonó por toda la sala —. Quiero que a partir de ahora prestes atención en mis clases, ¿entendido? —Reforzó su orden con un nuevo azote, esta vez en mi nalga izquierda, pero con la misma fuerza de antes.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y tuve que morder el interior de mi mejilla para no gritar. Vergil tenía fuerza, sus azotes dolían, pero debía admitir que me gustaban, se sentía bien el dolor, era placentero.

—Kaida, ¿lo has entendido o no? Odio que no me respondas cuando hago una pregunta —Dijo, azotándome de nuevo por el flanco derecho.

—Sí, lo siento —gemí entrecortadamente.

One Shots con Vergil SpardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora