003. noviembre.

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Park Jimin miraba el techo del camarín mientras respiraba pesadamente. Poco a poco se acostumbraba al olor a madera y sudor de sus paredes. Si iba hacer esto, tenía que adaptarse, sin embargo, a pesar de que hace unos cuantos años fantaseaba con entrar a este mismo camarín a hurtadillas para ver un poco más de piel masculina, ahora solo quería salir corriendo y no entrar nunca más.

No había nadie, tal vez por eso se daba el placer de quejarse en voz alta como si fuera el fantasma del baño de chicas del segundo piso, Myrtle, La Llorona. Bufaba entre dientes, mascullaba por lo bajo y de vez en cuando daba golpecitos en el suelo que avergonzarían incluso a la fantasma. No era sano tener dos sentimientos tan opuestos en pugna dentro de un cuerpo. Desear tanto algo, y sin embargo, tener tanto miedo a hacer el ridículo que una pequeña vocecita en tu cabeza, te decía que era mucho mejor dar media vuelta y olvidarte de ese deseo.

Cabeza y corazón.

Culpaba, sin duda, al exceso de aire en su Carta Astral. Sin embargo, a pesar de sentirse atontado, si quería estar realmente en las alturas, debía poner los pies en la tierra y moverse rápido, sino perdería las pruebas para convertirse en el nuevo buscador del equipo de Quidditch de Slytherin.

Era un tonto.

Un tonto que se veía genial con el uniforme de Quidditch.

Un tonto que no se sentía lo suficientemente bueno como para lograr su objetivo.

«Que estupidez» pensó. Park Jimin se puso de pie al fin y se fue a mirar a uno de los espejos de los lavabos en busca de valor. Esa tarde se peinó el cabello hacía atrás y por increíble que pareciera se veía fenomenal. Su frente despejada combinaba perfectamente con su ceño fruncido y sus labios apretados.

Debía hacerlo, ya no le quedaba más que hacer.

Fuera del camarín, la cancha ovalada se abría paso ante él y encima de su cabeza las escobas daban vueltas. Las gradas estaban casi vacías, pocos alumnos pasaban el tiempo por ahí si no iban a jugar o acompañar a alguien, sin embargo, en esa ocasión algunos curiosos se sentaron a lo lejos para mirar las pruebas de Slytherin a punto de realizarse ahora para llenar el cupo disponible de bateador y buscador.

Buscador.

Ir detrás de la Snitch dorada.

Podía hacerlo.

Deseaba hacerlo.

—No puede ser, pero qué tenemos aquí ¿Será que Park Jimin al fin dejará de ser una gallina y probará su valor?

Lo odiaba.

Lo odiaba tanto.

—Lo dudo, Jungkook, las serpientes como él no conocen esa palabra.

—¿Lo dices tú, Kim? ¿Ya aprendiste a hacer un Wingardium Leviosa o aún se te traba la lengua en mitad del encantamiento? Veo que de apoco tus cejas han vuelto a crecer.

—Cierra la boca, Park —. Kim Mingyu era muy bueno en muchas cosas, pero le faltaba mucho para ser un chico listo como él o al menos, como el cerebro de nuez de Jeon Jungkook que le sonreía como si supiera todos sus secretos cuando, claramente, no era así.

Al menos, no todos.

—Así que te vas a probar... — dijo el Gryffindor apoyado en su escoba, con sus ojos clavados en los suyos.

Jimin supo qué significaba esa mirada.

No le era agradable recordar que fue él mismo quien le ayudó a comprar la escoba que ahora sujetaba en su mano, hace un año. Sería un bonito recuerdo, si Jeon no estuviera en él.

Every month is you ϟ  Yoonmin en Hogwarts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora