Ocho Pendejos Tratando De Convivir | Countryhumans

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   El timbre sonó, dando la señal de que la anhelada comida, había llegado. Rápidamente el paraguayo se levantó para abrir la puerta y recibir la comida, pagó y regresó a su lugar.

—¡Llegó la comida!—dijo alargando la última letra de la palabra “comida”

—¡Si!—exclamó alegre el malgache.

     El finés le susurró algo al zelandés, este se levantó seguido del menor y fueron a la cocina, llevando platos y vasos.

      Cada uno se sirvió, y comieron felizmente mientras hablaban.

      Un mensaje apareció en la bandeja de notificaciones de cada integrante del grupo, exceptuando a Corea del Norte, por las razones ya dichas.

—Ja...curioso.—dijo el malgache.

—¿También les llegó un mensaje ONU?—dijo el finés viendo su celular.

Todos contestaron positivamente.

—Que raro...—dijo el paraguayo.

—Seh. ¿Quién lee?—preguntó el mexicano

—eh...?—soltó el zelandés al ver qué todos lo miraban, él leería el mensaje de la organización.—...Vale.— el chico aclaró su garganta.— Bien, dice...

“Por medio de la presente, les informo que, a partir de mañana lunes, comenzará la semana la semana que pasarán juntos.

Deberán hacer una actividad por día, claro que pueden hacer más si así lo desean, además, deberán mandar pruebas de que si fue hecha.
Se contarán como actividades las salidas, y otras actividades como manualidades, cantar, incluso ver una película.

Les deseo una buena semana.”

—No mamen, hasta actividades tenemos que hacer.—dijo el mexicano.

—Seh. ¿Pero hoy debemos hacer algo?—preguntó el sudáfricano.

—No, es a partir de mañana.—contestó el zelandés.

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      Era la mañana del lunes, la mayoría estaba despierto, y si el único que no lo estaba era el mexicano, aún seguía dormido. En cambio, su compañero de habitación, Emiratos, fue el primero en despertar, claro, después de haber dormido desde las dos de la tarde y estar acostumbrado a despertar hasta que el saliera, ¿Quién tendría sueño?

—Entonces...¿Debemos hacer una actividad por día?—dijo luego de que el norcoreano le dijera.

—Exacto.—le respondió el mayor.

El finés llegó a la sala, donde los dos asiáticos se encontraban.

—Buenos días.—saludó.

   Recibió un «Buenos días» por parte de ambos.

—¿Aún no se levantan los demás?—preguntó el mayor.

—México no, los demás si, salieron a comprar cosas porque acá en la casa no había nada para comer.—dijo el paraguayo saliendo de la cocina mientras se secaba las manos con un trapo.