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El grupo descansaba aún en los sillones ( o algunos que no tuvieron la suerte de alcanzar lugar en el sillón, como el zelandés, estaban en el frío piso, que no es el lugar más cómodo), solo hablaban entre ellos. La plática se había vuelto muy animada conforme se iban recuperando de la corretiza. Aunque el malgache aún estaba molesto, ¿Quién no lo estaría?

—¿Qué horas son?—preguntó el coreano 

—Las...—el emiratí levantó su brazo sobre su cara, mientras veía la hora en su reloj de mano.—son las dos con veinticinco de la tarde.

—Ah...con razón tengo hambre.—dijo el mexicano.

—¿Encerio tenés hambre?—preguntó el paraguayo.

—¿Tu que crees, vale?

—mhmm...¿Alguien tiene ganas de cocinar?—preguntó el paraguayo.

—No.—contestaron al unísono Nueva Zelanda y México.

—لا —respondió Emiratos.

—아니요— contestó el coreano.

—Ei — murmuró el finés.

—Non.

—Asumiré que todos contestaron con un "No". Yo tampoco tengo ganas.

—¿Y si pedimos algo?—sugirió el coreano.

A todos les pareció una buena idea, asi que, luego de ponerse de acuerdo, pidieron alimentos a domicilio. Estos, por obvias razones, tardarían un tanto en llegar.

-

Horas después, luego de haber comido y visto una película en el celular del finés, decidieron salir a algún bar.

—¿Porque en especifico un bar? —preguntó el emiratí cuando iban de camino al bar.

— Pa' hacer desmadre un rato. ¿Porqué?—dijo el mexicano con una sonrisa, y una ceja levantada.

— No puedo tomar alcohol....

Los demas se quedaron callados, era cierto, y lo había olvidado.

— Oh, mierda, es cierto... —dijo el zelandés.

— Bueno, entonces creo que debemos ir a otro lado. — sugirió el Norcoreano.

— Oh, no, no, vamos al bar, solo...no tomaré alcohol. —dijo rápidamente el emiratí.

—¿Estás seguro? —preguntó el finés.

— Si, muy seguro.

Luego de debatirlo un poco, le hicieron caso al emiratí, y decidieron ir al bar al que iban desde el principio.

Una vez adentro, algunos comenzaron a tomar, otros a bailar, y otro charlaban con otras personas.

Estaban bastante entretenidos. Hubo un momento en que una chica le estaba tratando de hablar al paraguayo, y este se había puesto nervioso. Con un poco de ayuda del mexicano y el zelandés, el paraguayo había conseguido hablar con la chica como una persona normal, sin tartamudear ni nada. Al parecer se llevaron muy bien.

— Entonces...¿Me darías tu número? — preguntó la chica con una sonrisa, para luego tomar un trago de su bebida.

— Ah? Oh si, claro!

Intercambiaron sus números de teléfono, para luego continuar hablando.

— Uhhhh — el mexicano hizo sonido de ambulancia. — pinche Paraguas...

El zelandés río.

—Hey! —un hombre le hablo al finlandés, tuvo que gritar, ya que la música estaba algo alta.— ¡Lindas manos! — dijo mientras tomaba una de las manos del country.

—¿Gra..cias?—respondió algo confundido.

El hombre rió: —¡Seguro que puedes hacer otras tipo de cosas con ellas!—dijo mientras bajaba la mirada pervertidamente a su entrepierna.

—...e-eh? —el finés estaba muy nervioso e incómodo.

— ¿O me equivoco? —dijo el hombre con una sonrisa pícara.

— Yo...ammm....— con la mano que tenía libre llamó al mexicano, quién estaba más cerca. — Mex, ayudame...

—¿Eh, que, que pasó? —dijo el mexicano.

— Me estan insinuando algo... —dijo incómodo.

— Vamos no seas tímido... — dijo el hombre acercándose al finés.

Unos minutos después, el grupo ya había salido del bar, al mexicano lo habían sacado los de seguridad, junto con el hombre, el finés salió tras el americano, y luego habían llamado al grupo.

El emiratí suspiro; —¿porque hicieron eso?

—Hacer el que?—preguntó un desgreñado México.

—¿porque golpeaste a ese tipo?—preguntó mientras veía al mayor.

—Lo tenía merecido, prácticamente le insinuó a Finly que se la... — no terminó la frase.

—¿que se la que?—preguntó inocentemente el norcoreano.

—le diera una machincuepa pues...

—ghm, Merecido lo tenía entonces.—dijo el neozelandes.

—Estoy de acuerdo —respondió el emiratí.

— No estoy entendiendo nada.... — dijo el coreano confundido.

— Luego te explico — dijo el paraguayo, mientras ponía su mano sobre el hombro del coreano.

— Mex, de nuevo, gracias. —dijo el finés.

— Ni me agradezcas! — dijo con una sonrisa.

—¿Y ahora que hacemos? —preguntó el paraguayo.

—Irnos a la casa. —dijo el emiratí.

— ...¿Y si mejor vamos a otro bar?

—¡No! ¡Ya te peleaste!, Mejor hay que descansar. — dijo el emiratí.

— Oww....

— Yo...yo apoyó al millonario.

Al final el grupo llegó a su casa, luego de cambiarse, se fueron a dormir.

Día 5 ✅

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Ocho Pendejos Tratando De Convivir | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora