Capítulo O2.

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Advertencias: fic de época con muchas atribuciones. Chanlix como pareja principal, pero al ser un fic harem, también existirán otras interacciones. Drama y fluff.

El primer día que Felix llegó al palacio imperial, el sacerdote a cargo de su entrenamiento le recitó las reglas que debería acatar en ese momento hacia delante

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El primer día que Felix llegó al palacio imperial, el sacerdote a cargo de su entrenamiento le recitó las reglas que debería acatar en ese momento hacia delante.

La mayoría era sobre el comportamiento que debería adoptar allí, que se iban a aprender con el pasar del tiempo, pero las que debían quedar en su memoria enseguida eran las más importantes.

La primera de ellas es que ahora pertenecía por completo al Príncipe, hasta que fuera desposado por otra persona y si el Príncipe lo aprobaba. Su amor debía estar dirigido hacia el heredero al trono, sin poder siquiera coquetear con alguien más o incluso mirar a alguien más. En las pocas clases de Historia a las que fue, les habían enseñado acerca de algunas concubinas que rompieron con esa regla y terminaron en la horca. Todo el concubinato pertenecía al Príncipe, a nadie más.

La segunda que debía tener siempre presente era que debía obedecer cualquier orden que el Príncipe y el Emperador le dieran, sin rechistar, sin reclamar. Si el Príncipe le ordenaba acostarse con él, entonces debía hacer caso con una sonrisa bien dispuesta. A veces, ocurría que el Emperador quedaba encantado con alguna concubina del Príncipe, y si el primero lo ordenaba, podía compartir cama con él.

Incluso, si no llegaba a ser elegido para convertirse en Emperatriz de Chan, y el Príncipe le decía que debía seguir acostándose con él, entonces Felix debería cumplir esa orden. Era normal que los Emperadores mantuvieran un concubinato siempre a mano, en caso de que la Emperatriz se encontrara indispuesta o por simple capricho del Emperador. Era un puesto de gran honor y, si uno conseguía la gracia del máximo gobernante, entonces se podían obtener buenos regalos y atenciones. Pero los hijos reales estaban solamente reservados para la Emperatriz, sólo ella era considerada como digna para cargar con los herederos del Emperador.

Felix terminó de guardar las pocas cosas que tenía en el baúl, cerrándolo, y observó a los sirvientes llevándoselo a la que sería su nuevo cuarto. Como subió de categoría, ahora iría junto a sus otras compañeras al cuarto de las y los cortesanos, que según escuchó, era mucho más grande que la habitación de concubinas.

Levantó la vista y vio algunas miradas groseras que unas chicas le dirigieron. Felix sabía que, de ahora en adelante, debería irse con mucho cuidado, porque, así como subió, muy bien podía bajar. Cualquier error que cometiera lo podía devolver al concubinato real, perdiendo la gracia del Príncipe.

Sojung apareció con una sonrisa simpática, agarrándole el brazo.

―¿Vamos, Lix? ―preguntó la chica con energía. Felix caminó a su lado, saliendo de la habitación―. No te preocupes, estaremos bien.

Sojung era hija de un rey de un territorio vecino, por el norte. Estratégicamente, el lugar no tenía mucho que aportar, pues era pequeño y de recursos limitados. Con toda probabilidad, el padre de la muchacha la envió allí como una medida para no ser invadidos por los soldados del Emperador Bang.

Jewel ♡ chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora