FINAL (parte 2)

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— ¿Te diste cuenta lo que hiciste? – dijo Marcos, mientras se ponía por encima del cuerpo del menor, decidido a atacar su cuello – siempre haciendo lo que queres conmigo – beso la mordida y mordisqueó sus alrededores – Siempre teniéndome a tu Merced, siempre aprovechándote de mí – bajo por su clavícula, llenándolo de mordiscos – Sabes perfectamente cómo controlarme, cómo persuadirme – destrozo las prendas que lo separaban de la piel de su omega y comenzó a besar su pecho, haciendo a un lado los pedazos de tela – No te pude dominar porque vos me dominaste primero, siempre me has dominado, vos tenes el poder, vos mandas, vos llevas el control de lo nuestro – Marcos había detenido sus besos solo para elevar la mirada y observarlo a los ojos mientras decía eso – Vos, Agustín, siempre vos... y me alegra profundamente estar rendido a los pies de un omega tan valiente, tan rebelde, tan determinado, tan vos... sos todo lo que menos buscaba pero lo que más necesitaba tener, y ahora te amo tanto, mi vida.

Agustín lo miraba perplejamente conmovido, su omega interior se removió de felicidad, derritiéndose por esas palabras que ablandaban por completo su corazón. Esbozó una deslumbradora sonrisa, y al instante se inclinó para buscar los labios de su alfa.

— Entonces... ¿el dominante fue dominado? – mencionó, sonriendo con sorna al tiempo que volvía a recostar su cabeza sobre la cama.

— Enamoradamente dominado, diría yo – repuso el alfa con expresión divertida, recargando su peso sobre sus codos, hundiendo su rostro en el hueco de su cuello.

El omega hizo su cabeza para atrás, dejando descubierta esa especial zona que a su pareja tanto le gustaba. Largo un suspiro, disfrutando de sus lamidas.

— En los últimos años, siempre que estaba con alguien, prefería rotundamente tener el control – comenzó a contar el omega – Era la única forma de sentirme seguro, de tener sexo sin miedo. Por eso si un tipo quería controlarme trataba de escabullirme como fuese de sus garras, y si no podía Matias me ayudaba, me asustaba mucho la idea de que volvieran a tomarme, usando mi cuerpo a su antojo, lastimándome al ser tan agredido. Y yo no confiaba en los alfas, no podía, no cuando uno había atentado contra mi cuerpo al ser yo más chico.

Marcos lo miro desde arriba con la desolación reflejada en sus ojos. De un cuidadoso movimiento, volteó en la cama, llevándose al omega consigo, quien sin quejarse se acomodó mejor sobre el cuerpo de su alfa.

— Voy a asesinar a ese hijo de puta – mascullo este con el entrecejo fruncido, abrazando a su omega dulcemente.

— No, Marcos, no desperdicies tu tiempo en cosas del pasado, además, no sería el único alfa que abuso de mí.

— Oh, mierda, ¿Han...han...abusado mas hombres de vos?

— Sí, no siempre estaba Matias para salvarme – explicó con algo de amargura, recordando que no había sabido nada de Matías desde esa noche en el bar – Pero ya no importa.

Dicho eso, se sentó a horcajadas sobre el mayor. Tomo el borde del suéter de este y comenzó a subirlo. Marcos despegó su espalda de la cama para que la prenda fuera quitada sin problema. Pensó que también le sacaría la remera, pero no fue así, y le sorprendió ver que Agustin acabó metiéndose dentro del suéter cubriendo su torso.

— Pensé que... ¿tenías frío?

— Sí, tenes que dejar de romper la ropa, Marcos, en especial si nos vamos a tardar un poco en calentarnos – dijo, riendo – Y para antes de que te enciendas, quiero decirte que no he terminado de hablar, así que escúchame, ¿de acuerdo?

— Siempre te escucho – repuso, recargando su peso en sus codos apoyados sobre la cama.

— Bueno, a lo que iba con todo eso... yo quería contarte ese aspecto de mi pasado para que entiendas lo importante que era para mi el hecho de tener el control en el sexo y porque odiaba que quisiesen dominarme, tal como vos al principio. Pero estando con vos deje de sentir ese miedo, deje de sentir la necesidad de querer tener si o si el control en la cama. Con vos ya no me importa quien manda porque a tu lado me siento seguro, porque se que vos nunca me lastimarías, porque si hay un alfa en el que confiar ese sos vos y solo vos, amor.

𝙳𝙾𝙼𝙸𝙽𝙰𝙼𝙴 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora