Amores Que Matan

1 0 0
                                    

CAPITULO 1

En una sala de oficinas, dónde se respiraban momentos de felicidad, asimismo, estaban a flor de piel los nervios, la angustia de Ana.

Ana es una chica empresaria que destacó en su carrera. Había tenido mucho tiempo últimamente, de pensar si de verdad se quería acercar a esa meta, una de tantas que había alcanzado, pero la cuál era la más importante; su matrimonio.

Hacia meses que su novio Frank, le había sorprendido con su pedida de mano en un viaje que habían organizado. Obviamente Ana dijo que sí, entre el jolgorio de lo inesperado y los preparativos estuvo bailando en ilusiones y preparativos de ensoñación.

Sin embargo, todo ello cambio. Un día, así sin más, el destino o la vida o lo que fuese que hiciera que tu camino se cruzara con el de otras personas, lo hallo.
Y si, diremos que lo vio, lo encontró entre la multitud y él a ella también.
Hubo un no se qué en sus miradas, en sus gestos el uno hacia el otro, que dejo a traslucir una química que flotaba en el aire.

Así sin mas, empezaron a encontrarse siempre a la misma hora, en el mismo lugar, hasta que un día este chico inesperadamente se acerco a ella, le sonrió y con un ''hola'' la idiotizo.

Ana estaba a tan solo apenas dos semanas de su planificada y magnifica boda de ensueño, sin embargo eso no la detuvo a la hora de intimar con el chico de la parada; Tony.

Se encontraba en un vaivén de emociones. En una montaña rusa desmesurada de la que no sabía hacia dónde se iba a parar...o colgar.

- Ana, te estoy hablando. - La saco de sus cavilaciones su jefe. Se sobresalto como aquel que lo hace cuando lo han pillado en una fechoría. - Te decía si podías encargarte de estos informes y pasármelos mañana por la mañana.

- Sí, claro - Contesto Ana sonriendo dulcemente. - Lo tendrá a más tardar seguramente hoy antes del final del día jefe. Me pongo a ello ahora mismo.

- Muchas gracias Ana. - Dijo su jefe mientras se daba la vuelta hacia su oficina. - Ah, Ana por cierto. - Dijo su jefe volviéndose hacia ella. - Muchas felicidades por tu próximo matrimonio. - Le sonrió y volvió sus pasos nuevamente hacia su oficina.

Ana por fuera era la viva imagen de aquella mujer que estaba a un nada de hacer realidad la ensoñación de muchas mujeres de ir hacia el altar, pero, por dentro...Digamos que lo que sentía por ese hombre maravilloso con el que compartió muchos momentos desde el Instituto, con el que anhelaba meses atrás casarse, le producía por dentro lo mismo que los páramos de Mordor del Señor De Los Anillos...Es decir, nada.

Al finalizar el día Ana recogió sus cosas y se encamino hacia su casa. Iba cavilando sobre todo lo que quería o lo que debía hacer. Por un lado, tenía cada vez más claro que Tony fue una persona que había aparecido repentinamente en su vida, y le había dado un giro inesperado a muchas vivencias y emociones que no sabía que existían en ella, que fueran parte de si misma. Sin embargo, por otro lado estaba Frank, alguien con quién ha compartido toda su vida y temía herir. No se veía infligiéndole tal dolor.

Meditaba sobre esto más, cada vez más, mientras tenia la total certeza que tenia que acabar todo con Tony.
Se decía, hacia ella misma, que la aventura que inicio con Tony no era más que los nervios previos de saber que tendría que unir su vida con la de Frank, ante una Iglesia y más que eso, ante Dios. Por ello, se había encarrilado hacia un camino que sin duda era pecaminoso; lujurioso.
Pero que lo había hecho por los nervios que le asaltaron al aproximarse cada vez más el hecho de que uniría su vida a la de Frank, de por vida. Sin duda, daría por finalizada su relación con Tony.

CAPITULO 2

Llego el gran día, con él los nervios a flor de piel pero la total certeza de Ana de que estaba haciendo lo correcto con su vida. Había finalizado su relación con Tony, algo que no fue sino nada fácil porque no se lo tomó muy bien.
Él tenía la esperanza de que acabara con los preparativos y escaparan juntos a alguna isla paradisiaca de las que tantas veces habían hablado que soñaban visitar alguna vez en sus vidas.

Ana se vio reflejada en la ventana de la limusina. No había dudas en su rostro. Sólo total certeza de que esto era lo que ella quería, deseaba y que todos sus miedos y locuras previas no fueron mas que el vano acto de una mujer que se estreso, le supero por unos momentos si iba a ser capaz de ser la esposa modelo, de ese hombre tan perfecto con el que había permanecido casi toda su vida.

Ana se confeso unos días antes. Necesitaba desahogar esa pecaminosa situación a alguien. Sabía que le pesaría de por vida haber engañado a un hombre tan bueno como Frank. Y, seguramente en algún momento de su vida se lo diría y sabía perfectamente que le dolería, pero como con todo Frank se le olvidaría y no volverían a mencionar el tema jamás. Al fin y al cabo en su noviazgo también habían tenido sus baches por parte de él y aunque no fuera justificación, ambos seguirían tirando el uno del otro como lo habían hecho hasta ahora.

- Ana, querida ¿estas preparada?. - Asomo su padre por la puerta con una sonrisa de par en par al verla. - Estas hermosa, como tu madre lo estuvo el día que nos casamos. - Dijo su padre compungido. Su madre había fallecido hace mucho tiempo atrás de un cáncer. - Seguro que desde arriba esta feliz de verte. - Dijo mientras le ofrecía su brazo.

Ana entrelazo su brazo con el de su padre y se encamino hacia la entrada de la iglesia. Escucho la simbólica melodía de la ceremonia y las puertas abrirse.
Emprendió su camino hacia el altar al compás melodioso del sueño de un futuro al lado del hombre con el que compartió cosas desde su niñez. Su primer amor. Su primer todo.

Sin embargo, un ruido ensordecedor retumbó en toda la iglesia. Invitados de la celebración fueron corriendo asustados hacia la salida y Ana se encontró buscando a Frank mientras todos la empujaban hacia la salida. Como pudo entro, y pudo verlo...Por entre las columnas vio desvanecerse rápidamente a Tony. Ana temió lo peor, siguió yendo al altar y tendido en el suelo vio a Frank. Ana no lo podía creer, yacía allí sin vida con la mirada vacía mirando hacia el techo de la iglesia.
Ana se desmoronó en un mar de lágrimas. Su felicidad se resquebrajó. Su mundo terminó.

Relatos Cortos (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora