Sandra Dawson se encontraba acostada boca arriba en su cama pensando en lo mal que le había ido apenas unos ocho meses atrás. Su marido la había dejado por otra mujer más joven que ella. Después la despidieron del trabajo a causa de la severa depresión que le causo que la dejara el hombre con quién compartió diez años de su vida. Y por último, casi pierde el apartamento en el que vivía, de no ser porque el gerente tuvo compasión de ella, otorgándole un máximo de tres semanas más para pagar.Justo a tiempo consiguió un trabajo de secretaria en una empresa muy famosa que dispersaba por todo el mundo revistas de moda.
Sonrío ante eso porque ya no podía quejarse, la vida le volvió a sonreír dándole una nueva oportunidad para empezar de cero.
Sandra siempre pensó que el Amor a primera vista no existía, hasta que vio a su jefe Thomas, que le hizo cambiar de parecer. Le enamoro de él su inteligencia, atractivo, profesionalidad, sus ojos.. Su boca.
Cuando un día él la invito a comer después del trabajo, le sorprendió mucho y más aún cuando le dijo que estaba muy interesado en ella.
Al principio pensó que sólo era una broma de mal gusto o que Thomas sólo quería jugar con ella, al tener fama de ser muy mujeriego le sonó más lógico. Pero poco a poco Thomas le fue demostrando que verdaderamente la amaba y unas semanas más tarde se fue a vivir con él, sintiéndose absolutamente Enamorada y Feliz.
- Buenos días mi amor. - Le dijo Thomas asomándose a la puerta de la habitación mientras se acercaba a ella para darle un beso en los labios. - Espero que hayas dormido muy bien, amor mío.
- Sí, he dormido muy bien gracias a la compañía que tenía al lado. - Contestó Sandra sonriendo y acercándose de nuevo a él para darle un beso muy apasionado.
Sandra a veces pensaba que de algún momento a otro, alguien le diría que todo lo sucedido, todo lo hermoso que vivió con Thomas, solo eran producto de su imaginación, de un sueño.
Pero no, estaba absolutamente convencida de que nadie la despertaría de su sueño, su sueño cumplido y hecho realidad; Que alguien la amara de verdad.
- Cariño, será mejor que dejemos los besos para otro momento porque llegamos tarde al trabajo y no creo que se vea muy bien que el director de la empresa más famosa del mundo, llegue tarde ¿no crees? - Dijo Thomas apartándose de ella y sonriendo con algo de complicidad.
- Tienes toda la razón del mundo, pero... Solo quedémonos unos cinco minutitos más. - Dijo Sandra haciendo un puchero.
- De acuerdo. Siempre consigues hacerme cambiar de opinión, contigo uno no se puede hacer de rogar. - Dijo Thomas mientras la volvía a besar apasionadamente y se refugiaban en su nidito de Amor.
Ese día llegaron al trabajo Thomas y ella dos horas después de lo que deberían haberlo hecho, por lo que muchos empresarios se enfadaron con Thomas al haberse presentado tarde a la reunión que habían concertado.
Tuvo un día agotador trajinando de un sitio a otro sin descansar, tanto Thomas como ella no se vieron en todo el día, ni siquiera en la hora de la comida.
Ahora ya podía tener un respiro por tan agotador día, eran las nueve de la noche y decidió ir a la oficina de Thomas para volver juntos a casa y preparar una cena deliciosa para los dos.
Cogió su bolso y fue hasta la oficina de Thomas, pero cuando abrió la puerta se sorprendió al ver allí a su mejor amiga, riendo a carcajadas con Thomas. En cuanto la vieron los dos se quedaron callados, pálidos completamente.
- Sandra, amor mío ¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habrías ido a casa. - Dijo Thomas acercándose a ella.
- No. Pensé mejor en esperarte y así volver juntos a casa... ¿Interrumpo algo?
- No mi Amor, solo estaba comentando con nuestra amiga Ginna, algunas mejoras que debe tener la próxima revista que se enlace.
- Ah bueno, pues entonces mejor me marcho y ya nos vemos en casa.
- Si, nos vemos en casa. Llegaré tarde hoy a casa, así que no me esperes a cenar ni despierta.
- De acuerdo. - Dijo Sandra mientras le daba un beso de despedida y salía de la oficina.
Ni siquiera se despidió de su amiga, por la furia que estaba naciendo dentro de ella. ¿Acaso Thomas pensaba que era idiota? Seguro que se estaba tirando a su amiga, ¿Su amiga? No, definitivamente ya no lo era. ¿Cómo pudo hacerle esto Ginna? Pensaba que su amiga no era así, una ofrecida con los hombres que tenían ya un compromiso, pero se equivocó.
En esos momentos los celos la estaban cegando.
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Relatos Cortos (EDITANDO)
De TodoRelatos cortos, narra la historia de personas que cuentan cómo en su día a día intentan encontrarse un sitio en la sociedad, la vida... Deseosos de encontrar su ansiada felicidad, su libertad fisica o emocional y en el que muchos de ellos se encuent...