La Asesina De Rojo

10 1 0
                                    

- ¡Lorena, vuelve aquí ahora mismo! - increpó mi madre furiosa, cuándo salí por la puerta de casa a la velocidad del rayo, huyendo de ella después de que encontrara entre mis cosas, - en mi cuarto más concretamente -, mientras recogía mi ropa sucia en uno de los bolsillos de mis pantalones una bolsa pequeña con un polvo blanco y unos porros.

Me marché sin mirar hacia atrás. Total a mi madre ya se le pasaría a lo que yo volviera lo dramática, psicótica y madre perfecta que sermonea a su hija por andar en malos pasos, cosa que de eso más bien no le tocaba opinar mucho, ya que crecí viendo cómo se pinchaba en el brazo sustancias psicotrópicas. ¿Su favorito? La cocaína.

Me abroché mi anorak ya que empezaba a anochecer y con ello se estaba notando la bajada de temperatura. Por las prisas se me olvidó coger mi bufanda. Tendría que pensar dónde podría pasar la noche, algo que no era muy sencillo, ya que a estas alturas a muchos de mis ''colegas'' les debía dinero.

Se me ocurrió entonces, llamar a Pablo. Sé que a pesar de que le debiese dinero, como estaba muy colgado de mí, no me mencionaria el dichoso dinero y seguramente lo que quisiera sería disfrutar de una noche sexo, que sinceramente yo estaba más que dispuesta a darle. El chico tenía bien puesto sus atributos si os soy muy sincera.

Así que le marqué. El telefono empezo a sonar dando señal, al tercer tono me cogió.

- ¡Ey preciosa! No esperaba tu llamada. ¿A que se debe este honor? Llevas muchos días desaparecida sin reportarte. - Me contesta lo último con algo de reproche y diría que hasta con enfado. - ¿Está todo bien? - Pregunta ya algo más sereno y calmado.

- Ey Pablo, sí, perdona es que he estado muy liada. Sabes cómo es además mi madre desde que decidió desintoxicarse, que quiere jugar a ser la mamá perfecta intentando llevar una vida perfecta. - le respondo con algo de cansancio - Te quería preguntar ¿Crees que podría ir a tu casa esta noche? Y bueno, no sé ya sabes, pasarnoslo bien. - Le dejo caer con un tono de voz algo melosa para encandilarlo.

- Ehhh...bueno Lore, tu sabes que siempre te he querido y aprecio mucho. Pero, sinceramente tengo que decirte que esta noche puedes pasarla conmigo, sin embargo, no te voy a ayudar más en cuánto a obtener tan fácil de mi bolsillos los polvos mágicos, ya que me he dejado una fortuna en total en ti, y bueno, va siendo hora que pongamos límites que sino, me quedo en la ruina.

Me quedo totalmente estupefacta desde el otro lado de la línea, con el móvil en una mano, con la otra dando un puñetazo al aire por mi maldita suerte. Menudo cabronazo. Ahora resulta que me iba a echar en cara todo lo que se ha gastado en mí el tío este. Inspiré y espiré. No debía contestarle mal, era mi única salida al fin y al cabo para poder pasar la noche.

- Pablo, mi querido, no te preocupes que no pienso pedirte nada mágico hoy. Estoy bien. - Le respondo todo lo serena que puedo. - Simplemente quiero gozar de tu compañía. Así que esperame ahí en tu departamento que ahora mismo voy a tu encuentro.

- Perfecto. Aquí te espero. - Responde - Te dejo si eso las llaves bajo la alfombra de la entrada de casa, que precisamente ahora iba a salir al supermercado a comprar algo para cenar. Por si no estoy aún cuando llegues. Nos vemos en un rato entonces preciosa.

Me cuelga. Por dentro me estaba llevando el mismisimo demonio. No pensé que de buenas a primeras me cortase así de esta manera Pablo. Inspiré y expire. Así sucesivamente hasta calmarme. De un tiempo a otra notaba que necesitaba más que nunca y más a menudo meterme alguna raya, o como mínimo calmar mi ansiedad fumando unos porros. Necesitaba evadirme de la realidad.

Ya lo convencería de alguna manera para que me brindara alguna mínima dosis, así que algo entusista con ese pensamiento de que en cuánto echaramos unos rounds en la cama me daría algo de mis polvos de la felicidad, me dirigí en dirección hacia su apartamento.

Relatos Cortos (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora