Rubetria

19

Ese día fue el primer día que visité a la familia imperial cuando tenía la edad suficiente para hacer un contrato con un espíritu.

***

Altar de los Espíritus en el Palacio Imperial.

Había banderas azul marino colgadas a lo largo del pasillo de mármol blanco y no podía apartar los ojos de mi corazón.

En la bandera se dibujaron marcas que representaban a cada espíritu.

'Después de firmar el contrato, una de esas marcas aparecerá en el dorso de mi mano, ¿verdad?'

Mirando el dorso de mi mano, que aún no había sido grabado, le dije a mi padre con un corazón decidido.

—¡Papá! ¡Yo... haré un contrato con un espíritu maravilloso y saldré!

—...

Estaba muy emocionada ese día. Fue porque mi padre, a quien me costaba mucho ver a pesar de que vivíamos bajo el mismo techo, salió conmigo.

La cara de mi padre que no había visto en mucho tiempo todavía era indiferente, pero me gustaba aún más.

También esperaba que mi padre me elogiara por mi arduo trabajo si lograba firmar un contrato con un espíritu maravilloso.

'Soy una hija tímida y estúpida, así que no puede ser amable conmigo, pero aun así, después de firmar el contrato, mi padre me elogiará.'

Los dos hermanos mayores que firmaron un contrato con los espíritus maravillosos deben ser el orgullo de papá.

A diferencia de mis hermanos, me faltaba mucho, pero si tenía un espíritu, sería un poco mejor. Bueno, fue lo que pensé.

Sin embargo...

—Papá... lo siento.

Me encontré con una situación inesperada.

No estaba claro si existía o aparecía solo en las leyendas, pero está clasificado como el más peligroso entre los espíritus de más alto nivel...

El espíritu que elegí fue el 'Espíritu de los Deseos', y aprendí que no debía decir la verdad que firmé un contrato con él.

Según Whist, la familia imperial sellan en secreto contratos con espíritus clasificados como "grupos peligrosos". En pocas palabras, me matarán.

〈Si quieres vivir, hazles saber que no has sido elegida por ningún espíritu.〉

Casi tuve que ser sellada, así que no tuve más remedio que decir lo que Whist me había dicho.

—Realmente lo siento. Yo... eh, no he sido elegida por ningún espíritu.

—...

El signo del contratista que en realidad estaba grabado en el dorso de mi mano no me apareció en cuanto a qué número había escrito Whist.

Papá miró el dorso de mi mano sin marcar durante mucho tiempo, luego, sin una palabra, rápidamente dio la espalda y se fue.

Me quedé sin aliento para alcanzar a mi papá. Ese pasillo que era ancho, frío, largo y plano.

Entonces recuerdo caer.

Incluso cuando la rodilla me dolió como si estuviera a punto de romperse, levanté la cabeza ignorando el dolor.

Pero la espalda de mi padre ya había desaparecido. Realmente fue un recuerdo triste y aterrador.

***

—No es que realmente no entienda. Para ser hija de un gran padre, bueno, es cierto que me faltan muchas cosas.