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Regalo de cumpleaños único en el mundo.

Único...

Cuando escuchó las conmovedoras felicitaciones, un pequeño viento sopló entre los dos como una mentira.

A diferencia del clima frío en la capital, el viento que soplaba en Lubon, que era un poco más cálido, se sentía suave.

—Feliz cumpleaños. Gracias por nacer con una belleza a nivel de tesoro nacional y beneficiar ampliamente al imperio.

Lark, que estaba a punto de reír junto con Rubette, que ya se reía mientras agregaba un saludo juguetón, se quedó sin palabras cuando sus labios se endurecieron.

—¿...?

Una vez más, la apariencia de Rubette parecía desconocida. ¿Fue porque había perdido demasiado peso o porque había pasado un tiempo desde la última vez que la vio?

No, en lugar de eso...

Se preguntó si su corazón había cambiado un poco en alguna parte.

El cabello rojo suavemente ondeando, los brillantes ojos dorados e incluso el lunar en su ojo izquierdo...

Al notar que Rubette no había cambiado ni un poco, sintió que era él quien había cambiado.

'Oh, esto es peligroso'.

Pensando así, Lark sonrió y retrocedió unos pasos.

—Gracias. Creo que voy a llorar ahora mismo.

—Ah... ¿Es el reloj lo suficientemente bonito como para hacerte llorar?

—Sí. Es el mejor regalo que he recibido en mi vida.

—¿No es eso malo?

Cuando los ojos de Rubette se abrieron con sorpresa mientras sonreía agradablemente, Lark apartó la mirada de su rostro.

'Mm, esto es realmente peligroso.'

Aunque sus ojos tanteando el aire vacío eran cuestionables, Rubette continuó charlando sin saber lo que estaba pensando.

Por alguna razón, incluso sus oídos se sentían bloqueados, por lo que Lark no podía oír lo que decía Rubette.

—... ¡Su Alteza!

Lark finalmente recuperó el sentido cuando Rubette abruptamente puso su rostro ante el de él.

—Oh...

—¿Me estás escuchando?

—... ¿Qué dijiste?

—Usa el reloj cada vez que vengas a Lubon. Lo limpiaré en el estudio. Es muy caro, por lo que el mantenimiento es importante.

—Jaja... Sí, lo entiendo.

La distancia era demasiado corta. Lark sabiamente retrocedió unos pasos más.

—Ya llego muy tarde, así que tengo que irme. Volveré la semana que viene cuando tenga tiempo.

—¿Eh? ¿Ya?

Ese rostro que hacía pucheros de tristeza parecía peligroso otra vez. Los pasos de Lark se hicieron más apresurados.

—Sí lo siento. Nos vemos la próxima vez.

—No, espera un minuto. ¿Qué es tan urgente? ¿No dijiste que tenías algo que darme? ¿Dijiste que viniste por eso?

—Ah.

Lark, que intentaba escapar como si huyera, se frotó la frente mientras exclamaba.

—Así es.

—¿Qué es?

RubetriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora