38- Licencia Matrimonial

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Los ojos se le abrieron con lentitud, un techo alto color marrón la recibió mientras sentía una caricia tenue con un tacto familiar en su cabello. Esa calidez la reconocía. Cuando terminó el proceso de abrir los párpados un olor no reconocido llegó a ella con prontitud he inundó sus fosas nasales, olía limpio y de alguna forma percibió a la vez un arama a flores y al olor colporal de su amado.

Con naturalidad siguió el sentimiento cálido del cuerpo a su lado y se acurrucó en su dirección.

- Una flor para otra flor...

Su voz llegó a ella y la hizo entrar en razón abriendo más los ojos.

Su visión se vió invadida con un ramo de flores blancas.

Tulipanes.

- Son tulipanes... -murmuró con voz frágil mientras se incorporaba para tomar el ramo.

Una sonrisa inmediata acudió a los labios de Constantine y, imitando el movimiento de la joven también se sentó en la cama.

- Andrew me dijo una vez cuando estuve de visita que te gustaban y que los plantabas, por lo tanto, quise hacer lo mismo y experimentar lo que hacías.

Enid abrió los ojos sorprendida.

- ¿De verdad? - se sentía muy agotada, aunque ya empezaba a despertar del todo.

- Sí, ha sido todo un descubriendo nuevo para mí, sin embargo ha valido la pena-realizó un rápido movimiento y se puso de pie, luego extendió una mano hacia ella.

La joven la tomó de inmediato.

- Ven, quiero mostrarte lo que tengo para ti.

La ayudó a ponerse de pie con paciencia y sumo cuidado, la tomó de la mano y la llevó con él hacia un gran ventanal a un lado de la habitación, tenía las cortinas blancas pesadas corridas y daba con vista a lo que intuyó era la entrada principal de la mansión.

- Las he hecho poner en la ventana para cuando esté de pie observando vea las flores y, a través de ellas pueda verte a ti mi amor, me ha servido de consuelo y perseverancia.

Mientras le explicaba Enid vió la maceta en la parte posterior de la ventana con Tulipanes blancos y amarillos.

Observó todo marivillada.

- ¿Están en todas las ventanas? -fué lo único que se le ocurrió preguntar asombrada.

- Sólo en las recamaras que más utilizo, ya sabes, eres mía y deseo conservar todo lo tuyo para mi- respondió mientras le guiñaba el ojo y se colocaba detras de ella para darle un abrazo.

Ella de inmediato rodeó esos brazos que se envolvían en su cintura mientras le entraba un sentimiento de seguridad y paz.

- Es maravilloso cariño, es un detalle muy bonito y me gusta saber que deseas recordarme siempre- confesó mientras recostaba la cabeza hacia atrás en su pecho.

- Quería que fuera un regalo más adelante, sin embargo, tengo que confesarlo ahora, deseo empezar a acomodar y a reavivar tu felicidad.... -le susurró en el oído con suavidad. El corazón de Enid empezó a aletear más, a la expectativa.

-¿Si? -estaba muy curiosa.

- He habilitado un invernadero y un jardín solo para ti mi amor, pienso hacer más cosas, ya que pronto nos casaremos y la casa será toda tuya, puedes hacer lo que quieras con ella y conmigo también de paso.

Una risita nerviosa e imprudente abordó a la joven.

Constantine volvió a sorprenderla de pronto mientras se colocaba delante de ella en la ventana y se apoyaba en una sola rodilla.

Entre dos Nobles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora