1: Vaya mierda

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—Mierda, mierda, mierda —dijo Jimin poniéndose los zapatos con rapidez.

—No digas tacos o mamá se enfadará —gritó su hermano desde la cocina.

La morena de pelo largo terminó de atarse las converse y fue hasta la cocina con rapidez, encontrándose a su hermano comiendo su tazón de cereales.

—Beomgyu tengo 23 años, tengo derecho a decir tacos —le dijo mientras cogía una manzana y le daba un mordisco.

—No mientras vivas en esta casa —respondió su madre riendo.

Tiffany, su madre, apreció por la puerta de la cocina. Llevaba el delantal puesto y varias manchas de harina sobre él. Jimin dio una mirada breve y ella la miró de vuelta.

—Vas manchada de harina —comentó Jimin.

—¿No me digas? —bromeó—. Y tú tienes el gorro del revés.

Frunció el ceño y pasó sus manos sobre él. Mierda, es verdad, pensó. Se puso el beanie bien y terminó de comerse la manzana.

—Debes desayunar mejor cariño, no puedes comer una manzana y pasar la mañana solo con eso —la regañó su madre.

—Comeré algo en la universidad, te lo prometo. Además, es la ultima semana de clase.

—Cierto, se me había pasado.

—¿De verdad te vas a ir a estudiar a otro país? —le preguntó su hermano con tristeza.

Jimin fue hasta su lado y le acarició el cabello en señal cariñosa.

—Si Beom, es la única manera de aprender bien la arquitectura. Tienen el mejor programa.

—Jo... —contestó.

—Y el mas caro —musitó su madre. Rodó los ojos.

—No te preocupes por eso, llevo años ahorrando.

Se acercó hasta su madre y le dio un beso en la mejilla.

—Me voy ya, luego nos vemos.

—Hasta luego mi niña.

—¡Adiós Jimin!

Jimin salió por la puerta y fue directa a Willy, su escarabajo amarillo. Aquel coche llevaba con ella desde que se sacó el carnet de conducir, se podría decir que era uno más de la familia.

La morena era consciente de que su madre no estaba de acuerdo con que se fuera a estudiar fuera, ni siquiera le hacía especial gracia a su hermano, pero la joven también sabía que era la única manera de aprender y la mejor opción. Italia tenía uno de los mejores programas universitarios, y sí, quizá era muy caro, pero es lo que llevaba soñando desde que pisó aquel centro y supo a lo que quería dedicarse. La arquitectura.

La morena tenía que repartir su tiempo entre los estudios y el trabajo. Desde hace un par de años trabajaba en una cafetería del centro de Seúl como barista, no es que le pagaran gran cosa pero con todo lo que habia ido ahorrando, era suficiente.

Tras quince minutos de viaje, Jimin aparcó en el parking del centro y bajó rápidamente. Hoy no tenia gran cantidad clases pero debía pasar por dirección a rellenar los papeles de su traslado y entregar los papeles de la primera cuota del pago. Su sonrisa en esos momentos era inmensa, hacia tiempo que no se sentía tan feliz.

—¡Jimin! —dijo su amiga acercándose.

—¡Hola Ning!

—¿Qué haces aquí? Hoy no tenias clases hasta más tarde.

—Tengo que hacer los papeles del traslado —le dije con emoción.

—Dios... De verdad te vas a ir y me vas a abandonar con los inutiles de clase.

por siempre, jamás | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora