4: ¿Tú?

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Jimin

—Mi mejor amiga, la mejor del mundo, la más maravillosa e increíble....

—¿Qué quieres, Ningning? —rodé los ojos.

—Necesito un favorcito, así muy pequeño...

La miré con miedo. Cuando era un favorcito pequeño significaba que era enorme. Muy grande.

—Di.

—¿Puedes sustituirme esta tarde en el trabajo? —dijo casi en un susurro.

—¿Cómo?!

—Es que tengo una cita y no podia quedar en otro momento, y le dije que si...

—¡¿Pero cómo le dices que sí si trabajas?!

—Porque pensé que mi mejor amiga podía ayudarme... —forzó una sonrisa.

Suspiré.

—¿Que tendría que hacer?

—Una cosa de nada —dijo restando importancia—, un pequeño vuelo a Daegu.

—¡¿Has dicho un vuelo?! —exclamé incorporándome de la silla.

—A ver, que te esperabas... Trabajo de azafata en vuelos privados.

—Yo... No sé, contando flotadores salvavidas o yo que sé.

—¿Me ayudas? —dijo con suplica.

—Sabes que no me gustan los aviones ni los espacios cerrados...

—Pero este avión no es un avión normal, es pequeñito... Es como un autobus.

—No estas ayudando.

Rodé los ojos y ella suspiró rendida.

—Esta bien si no puedes. Lo entiendo, siempre te estoy metiendo en estos problemas.

—Voy a aceptar pero porque quiero que encuentres pareja ya de una vez.

—¡Vamos! —exclamó emocionada—. Eres la mejor.

Ningning me dio un beso en la mejilla y yo rodé los ojos. Las cosas que me tocaba hacer por amor a la amistad.

***

—Te queda mejor a ti que a mí, me ofende —bromeó mientras me ajustaba el uniforme.

Terminé de colocarme el pañuelo en el cuello.

—¿En serio tenéis que ir vestidas así en un vuelo privado? Si no os ve nadie.

—Es por presencia. Si fuéramos en chandal no sería igual.

Me encogí de hombros.

—¿Recuerdas la terminal?

—Sí, la última de los vuelos privados.

—Bien. Y te llamas Ningning.

—Me llamo Ningning —repetí—. Esto es una locura.

—Funcionará.

Me despedí de Ningning al rato cuando se marchó a su cita. Realmente adoraba a esa niña como si fuera mi hermana, sino no sé como terminaba haciéndole tales favores. Me subí a mi escarabajo y fui hasta el aeropuerto de Seúl.

Sé que era sencillo, la terminal B de los vuelos privados. Pero esto era tan grande que se te hacía imposible de encontrar las cosas. Tras diez minutos buscando y pasando controles, encontré la terminal.

Bajé las escaleras mecánicas y llegué hasta la parte inferior del aeropuerto. Tuve que enseñar mi ID, que era la de Ningning, y sinceramente no sé como no se dieron cuenta. Ella y yo no nos parecemos en nada.

por siempre, jamás | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora