9: Los padres de ella

1.7K 240 62
                                    

Minjeong

Entramos por mi jardín, ella se quedó observando cada parte de él con fascinación. Parecía que estaba viendo... No sé, una obra de arte.

—Esta casa es muy cálida —comentó sonriendo—, no se parece nada a ti.

Bufé. De verdad que era insoportable.

Entramos hasta mi casa y dejé las llaves sobre la encimera. La llevé hasta el salón y se sentó en el sofá, mientras saqué una botella de vino del estante y cogí un par de copas.

Le llené la copa a la medida justa de vino y se la di.

—¿Y si no me gusta el vino? —preguntó.

—¿No te gusta?

—Si me gusta, pero podría no hacerlo y lo has dado por hecho.

Suspiré rodando los ojos.

—Por eso estamos aquí, para conocernos.

Se quedó en silencio mientras daba un sorbo a la copa de vino. Hablé de nuevo.

—¿Cuántos años tienes? —pregunté sentandome en el sofá.

—Lo has averiguado todo de mi, ¿es necesario hacer este estupido juego de las 20 preguntas?

—Sí, lo es —respondí seria.

Ella dio otro sorbo a la copa.

—Tengo 23 años. ¿Tu?

—También 23. ¿Tienes hermanos? ¿Padres?

—Tengo un hermano, se llama Beomgyu. Solo tengo a mi madre, Tiffany, y a mi mejor amiga Ningning.

—¿Tu padre...?

—No es asunto tuyo —respondió.

—Perdona, no quería sonar muy.... —me interrumpió.

—¿Entrometida? Dijimos que nada de preguntas personales. Yo pongo los limites ahí.

—¿Nunca dejas de ser tan irritable? —pregunté sincera.

—Solo lo soy cuando me irritan —sonrió.

No puedo imaginar una conversación con ella donde ambas estemos hablando sin llevarnos mal. Me cuesta tan solo de pensarlo.

—¿Mascotas? —ella negó.

—No tengo. ¿Y tú?

—Mi perro Jorangie, y los caballos de casa de mis padres.

—¿Dónde esta tu perro? —preguntó confusa.

Di un silbido y grité su nombre.

—¡Jorangie!

A los minutos apareció mi golden retriever corriendo por el salón.

—¿Cómo esta mi niño favorito? Ven aquí —me agaché y le hice cosquillas en la cabeza—. Normalmente se la pasa en el jardín.

Alcé la mirada al notar que Jimin no me respondía y vi que me estaba sonriendo, pero era una sonrisa genuina, creo que la primera que había visto viniendo de ella. Cuando se dio cuenta de que la había visto volvió a poner su rostro serio.

Una pena, le sentaba bastante bien sonreír de vez en cuando.

—Es adorable —se acercó a el y empezó a acariciarle—. Hola guapo, ¿cómo estas? ¿Estas bien? Que mono eres —le decía con vocecita.

—No le suelen gustar los desconocidos.

—Supongo que ya no soy desconocida, porque creo que le caigo bien.

por siempre, jamás | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora