8: Es oficial

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Jimin

Abrí la puerta de casa sigilosamente esperando que nadie me escuchara y pudiera ir directa a mi cuarto, pero supongo que estaba pidiendo demasiado.

—Explícame ahora mismo qué es lo que esta saliendo en las noticias.

La voz de mi madre retumbó en el salón y yo me quedé quieta. Una sonrisa nerviosa salió en mi rostro.

—Tiene una explicación lógica y razonable...

—Quiero escucharla.

Ojalá contarte la verdad pero conociéndote mamá, sería aún peor. Perdóname por esto, sé que odias las mentiras.

—Me he prometido con Kim Minjeong...

—Ay Dios... —dijo agarrándose a la mesa.

—Mamá, lo siento, es que... Me he enamorado de ella.

Si es que no se lo va a creer, es ridículo.

Ella se sentó en la silla y me miró con la mirada más confusa que ha tenido nunca. Lo sé mamá, es una locura, no tiene ningun sentido.

—Pero no puede ser... Os conocéis desde hace unos días solo... ¡¿cómo vas a casarte con alguien de esa familia?!

—Lo sé, mamá, pero ella no es como ellos... —mentí, un poco sí—. Fue amor a primera vista.

Ella cerró los ojos con fuerza y suspiró.

—¿Es de verdad lo que me estas diciendo?

Asentí.

—Sí, mamá.

—No lo entiendo... El matrimonio es sagrado, cariño. Os acabáis de conocer.

Tranquila mamá, no habrá boda. Aguanta solo unos meses y nos habremos librado.

—Siento que es de verdad, es amor de verdad...

Cuanta mentira por mi boca. Esto si que es pecado y no decir insultos.

—Necesito procesar esta información porque sigo sin entender...

—Claro... Me voy al trabajo, ¿vale? —ella asintió.

Le di un beso sobre la mejilla y me acerqué a mi hermano que acababa de entrar a la cocina. Le di otro beso.

—Jiminnie, ¿te vas a casar de verdad? —yo asentí—. Eso es genial, así no te irás a otro país —sonrió y me dio un abrazo.

Ay Dios. Necesito salir de aquí.

Abandoné la casa y me subí al coche. Rápidamente marqué el numero de Ningning. A los segundos respondió.

—¿Sí?

—¿Es normal si me siento la peor persona del mundo por mentir? —pregunté triste.

—Es una mentira piadosa... Y temporal.

—Ya pero es que si hubieras visto a mi madre... No se lo cree, ¡y es normal!

—Dale unos días, cuando empiece a verte con Minjeong acabará acostumbrándose.

—No sabes lo que agradezco que sepas todo...

—Aquí me tienes siempre, Jim. ¿Tu cómo estás?

—Bien, creo. Yo también tengo que acostumbrarme.

—¿Vas a trabajar? —suspiré.

—Ahora trabajo para ella.

—¡¿Trabajas en los estudios Kim?! —alzó la voz.

por siempre, jamás | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora