Él me obsesiona

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Miro el reloj, son las 10:53, quedan dos minutos para que empiece el descanso. Yo estoy en el baño, frente a la pila, mirando al espejo que reposa sobre esta. No estaba mirando el espejo, obviamente, le estaba mirando a él. Cuando había llegado al baño él estaba meando, a lo que venía yo. Me acerqué al meadero de la pared e hice lo mismo que él. Cuando acabé me fui a la pila y me lavé las manos. Subí lento la mirada hacia el espejo, curioso y quizas temeroso. Él como no, no se estaba lavando las manos, se las estaba frotando contra los pantalones, como si eso fuese suficiente. Hay que ser guarro. Le miré con mala cara y él se acercó al espejo y grabó "venga ya, no es para tanto". Yo le miré severo y negué con la cabeza. Él puso pucheros, se acercó a la pila, se lavó las manos y me las enseñó como si fuese un niño pequeño. Por fin. Le aplaudí premiándole de su épica hazaña, y lo miré irónico. Se rió y yo me reí. Miré es reloj, eran las 10:53. Ahora estoy mirándole, alargando el brazo para tratar de tocar el espejo. Regla número 1: nunca acercarse demasiado al espejo. Regla numero 2: nunca tocar el espejo. Y regla número 3: jamas de los jamases romper el espejo. Miro el reloj de nuevo 11:06. El tiempo se me pasa volando delante del espejo. Debería ira a clase ya, la profesora y mis compañeros se estarán preguntando donde estoy, ya que llevaba desde las 10:24 el baño. Me termino de subir la bragueta, me despido de mi amigo y me dirijo hacia la clase. Entro en clase y todos me miran raros. Algunos hacen estúpidos chistes sobre tracto intestinal. Serán gilipollas. Me siento en mi sitio, paso de todas las groserías y me dedico a pensar en mis cosas.

El reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora