Xinco

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Acababa de despertarme. ¿Donde estaba? Ah sí, hoy era 22 de junio, el día de ni cumple. Hoy cumplía 9 años.
Me encantaba mi cumpleaños. Era un día en el que todos me felicitaban y me regalaban cosas. Me trataban como si de verdad les importase. Menos mal que era domingo. No tenia ganas de ir al cole ni de ver a mis compañeros de clase.
Me levante de la cama y fui al baño a saludarle a él. Entre y ahí estaba, esperándome con un gorrito de copa y un matasuegras. Estaba tan ridículo que rompí en carcajadas sonoras. Él me miró ofendido pero al final también se río. Nos miramos un rato hasta que recordé para que había ido al baño. Le dije que se diera la vuelta y me puse a mear. Era realmente incomodo. Cuando terminé fui a la pila y me lavé las manos. Al levantar la vista él me estaba mirando. Se había quitado el gorro de fiesta y había tirado por el suelo el matasuegras. Le pregunté que pasaba y él me contestó con una enorme sonrisa de complacencia mientras raspaba en el cristal un dibujo de un regalo. Yo sonrei he hice como si lo habría. Al instante el dibujo desapareció y él se puso a mirar al extremo derecho del cristal y ha hacer señas a algo o alguien de que se acercase.
Al rato entro por ese extremo una niñita de la misma edad que nosotros. Se paró al lado de él y me dijo:
- Hola, soy Xinco.
Yo aterrado retrocedí. ¿Era posible hablar a través de un espejo?. Ella se rió, supongo por la cara que se me había quedado.
- ¿Eres su amigo?- Dijo señalándole.
- Sí- estaba nervioso. Eso era muy raro.
- ¿Y como te llamas?- Parecía de verdad importarle.
- Hugo.
- Encantada.
- Igualmente.
- Mi hermano habla mucho de ti.
- ¿En serio? Me siento honrado.- Me sentía avergonzado.
- Pues sí.
- Pues para ser hermanos no la parecéis en nada. - él salió de su enbobaliconamiento de hermano orgulloso, me levantó el puño en tono agresivo y se acercó a su hermana para que viera el parecido. Ninguno.
- Tranquilo tato. Lo importante esta en el interior. - los dos se pusieron a reírse frenéticamente como si el chiste hubiese tenido alguna gracia. Yo no me reí. No tenia gracia.
Cuando dejaron de reír, que fue un rato largo les dije que me tenía que vestir y que luego les veía. Los dos se despidieron y se fueron por el extremo del espejo riéndose.

• • •

Eran ya las 8:37 de la tarde de ese mismo día. Después de vestirme había ido a una comida familiar y había vuelto hace una hora. Había estado hablando todo ese tiempo con Xinco y con él. Xinco me caía bien después de todo. Y los dos juntos eran como uno solo. Pensaban igual, usaban las mismas expresiones e incluso en algunos momentos se movían igual. Estaba bastante cómodo con los dos. Pero a veces se mandaban miraditas que me dejaban descolocado. Era como si tuviesen otra conversación entre ellos.

A Xinco la volví a ver 7 semanas después donde me preguntó por el colegio, tema que no me entusiasmaba. Volvió a aparecer 4 meses mas tarde y me pregunto por él. Volvió a aparecer otra vez al medio año para preguntarme sobre unos juguetes con los que estaba jugando....
Esa niña era increíblemente madura para la edad que tenía.

El reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora