Esta todo muy oscuro. No logro ver por donde voy. Parece que estoy en un bosque, trato de comprobarlo tocando lo que parece un árbol, pero es liso y esta frío, por lo menos al principio. Luego empieza a quemarme y aparto la mano. Me arde la mano y suelta un resplandor tenue. A pesar de que sufro por mi mano, no hago nada. La luz me viene muy bien. Con luz ya puedo ver que si que son arboles, pero de cristal. Me acerco a uno de ellos y veo mi reflejo. Me tenquilzo al ver que solo esta mi reflejo y no alguna cosa rara, hasta que me fijo en mi mano, que parece estar envuelta en un humo muy denso. Retrocedo lento hasta que el árbol desaparece y luego me dio media vuelta. Estoy en un camino de baldosas. Las baldosas están muy limpias y me reflejan. Miro mi reflejo con miedo y observo como mi mano sigue siendo humo. Centro mi mirada en mi cara y por un momento se transforma en una cara siniestra con una sonrisa de lado a lado. Me sobresalto y vuelvo a mirar. Todo normal. Decido acabar con esto cuanto antes y salgo corriendo por el camino. Llevo mucho tiempo corriendo y no se acaba el camino, pero yo tampoco me canso, es más, no puedo parar de correr. Miro a las baldosas y no aparezco yo, sino un hombre fornido, de unos 25 años y con unas cadenas en los pies. Su mano también es humo. Me detengo y el reflejo sigue corriendo. Miro al suelo y yo no desprendo ningún reflejo. Me miro la mano y es humo. De repente se apaga la luz tenue de mi mano y vuelvo a sentir el quemazón. Es muy intenso y aun mas doloroso. Grito tratando de aliviar la agonía pero no funciona. Aparecen tres llamas de la nada y me rodean. Yo me giro tratando de observarlas a todas y de repente, estas se lanzan sobre mi y se meten en mi interior. Siento como poco a poco me voy convirtiendo en algo inmóvil hasta que me doy cuenta de que estoy dentro del árbol de cristal. Trato de pensar un modo de salir pero antes de que me de cuenta mi cuerpo me esta llevando hacia el exterior. Atravieso el arbo sin problemas y me quedo situado en un trozo de tierra. Aparece otra vez el camino de baldosas y mi cuerpo, otra vez sin que le diga nada, da un paso hacia él, pero en vez de apoyarme en el camino lo atravieso y caigo al vacío. No paro de caer, cuando debajo de mi aparece un bloque enorme de cuarzo tratado, fino y resplandeciente. Me voy a chocar contra él y grito, pero otra vez lo atravieso. Debajo del bloque, casi sin tiempo para reaccionar hay un trozo de tierra, y al lado suyo un arbol con otro yo dentro intentando salir. Miro hacia arriba y veo que el trozo de tierra anterior esta a unos pocos metros. Oigo a mi espalda pisadas y me fijo en que el yo que estaba encerrado en el árbol ha salido. Le observo y para el parece que yo no existo. Se acerca al borde y mira al fondo; se gira rápido hacia mi, me mira, sonríe y salta. Al instante empiezan a caer yos de la nada. Mi cuerpo no reacciona a lo que yo le digo y empieza a avanzar hacia el borde. Intento resistirme pero no soy capaz. Llego al borde y me quedo quieto. Parece que vuelvo a ser capaz de mover mi cuerpo a gusto y lo compruebo moviendo mis manos y mis pies. Cuando ya he confirmado que yo controlo mi cuerpo levanto un pie del suelo y me tiro a la oscuridad.
Me despierto sobresaltado y con la respiración acelerada. Corro al baño y miro el espejo. Todo esta normal, salvo que esta Xinco, de espaldas al espejo. Saco mi espejo portátil y le enfoco la cara. Parece mucho mayor que de costumbre. Ella sonríe y me dice:
- Ten cuidado. Vas por buen camino.
Su mirada reflejaba preocupación, pero no paraba de sonreír.