Regla N°3: Jamás de los jamases romper el espejo

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Ese día llovía mucho, llovía torrencialmente. No me gustaban los días de lluvia, el se comportaba raro cuando llovía. Era incapaz de concentrarse y cuando miraba el espejo en el que estaba, él desaparecía y volvía a aparecer todo el rato. Ese día le necesitaba al 100% ya que tenía un examen de sociales y no había estudiado nada y necesitaba que me enseñase el libro de vez en cuando; era mi chuleta humana, un nuevo nivel.
Salí de casa en dirección al cole ya que estaba cerca y me daba tiempo a llegar antes de mojarme mucho. La calle estaba desierta y mojada pero avanzaba por esta con la continua sensación de que alguien me seguía. Me impacientaba mucho. Acelere el paso y llegue pronto al colegio. Enseguida se me paso la paranoia. Llegue a clase y escondí un espejo de maquillaje portátil de mi madre donde pude para que él me chibara las respuestas.
El examen como no, fue bien. Decidí agradecerle la ayuda y a la hora del recreo fui al baño. Los salude y el me devolvió el saludo. Le agradecí su ayuda y me quede mirándolo un rato mas, solo mirándolo.
Me despedí y fui al patio a comerme mi bocadillo. Seguía llevando el espejo de maquillaje en el bolsillo por si acaso me aburría. Cuando llegue abajo busque mi sitio de siempre, apoyado en el edificio en frente del campo de fútbol. En realidad el fútbol no me gusta pero es muy divertido ver como los jugadores se motivan y se gritan unos a otros. Me senté y saqué el bocadillo. Estaba delicioso aunque mojado, como todo en el patio.
Cuando acabé el bocadillo saqué el espejo de maquillaje y le busqué. Estaba comiéndose un bollo de crema enfrente mío. Lo volví a saludar y él solo me miró con la boca llena. Seguí mirándolo hasta que impactó en mi cara pillando en medio el espejo. El balonazo no dolió pero el espejo se rompió y se me clavó un trozo en la frente.
Al instante que se rompió el espejo empeze a oír un pitido agudo y potente en mi cabeza y también en el ambiente. Estaba por todas partes. Era muy intenso. No pude soportarlo más y grité lo más fuerte que pude, pero el dolor no se iba. Tras unos sufridos segundos no pude aguantarlo más y me desplome.
Desperté en mi casa. Me dolía la cabeza. Intente levantarme de la cama pero fui incapaz. Todo a mi alrededor se meneaba. Decidí descansar un poco más.
Desperté. Me sentía mucho mejor. Fui al baño a por un baso de agua y vi el espejo estaba roto, con la vista distorsionada y expulsaba un brillo tenue. Mirarlo me daba dolor de cabeza otra vez. No pude aguantarle mucho la mirada y volví a mi cuarto.
Los espejos no volvieron a ser normales hasta pasada una semana y un par de días mas tarde volvió él.

El reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora