Mí bella arañita (Mac Allister X Julián Álvarez)

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Los nervios, la adrenalina, el cansancio, el miedo, la ansiedad... Todo, todo eso se va cuando piso una cancha, todas mis dudas y pensamientos intrusivos vuelan y son remplazados por estrategias, por jugadas, por observaciones, por fútbol.
Pero hoy, hoy no era así, hoy no me tocaba a mí, y la verdad es que dentro de todo estoy feliz por eso. Jugar en el partido de debut es una gran presión, sentís que tenés que dar lo mejor de vos para arrancar bien, para arrancar motivados y con más ganas de comerse al mundo. Y la verdad que a mí esa presión me destruye, no puedo dormir la noche anterior y a veces me dan ganas de vomitar antes de entrar a la cancha, empiezo a tener tics nerviosos y por lo general la paso mal, y quizá por eso estoy feliz de no ser titular en este partido.

Pero la felicidad no duro para siempre... ¡Nos anularon tres goles! ¡Tres! Y eso nos llevo, al peor partido de debut que puede haber tenido la selección argentina. Pero no culpo a mis compañeros, no, porque sé lo complicado que es, sé lo difícil que se pone la competencia a veces, y eso es horrible, más cuando sentís que te estás hundiendo y ya no hay nada que te saque, ni siquiera un penal sentís que te puede salvar.

Salimos todos de la cancha a paso lento y obligado por el túnel, nadie hablaba, ni siquiera Pablito Aimar, que generalmente es el que nos apoya en todo. Solamente se escuchaban las puteadas que murmuraba Lautaro y lo enojado que estaba, la manera fuerte de pisar, la mandíbula apretada, la vena saltando en su frente e incluso pude jurar que llegue a escuchar lo fuerte que latía su corazón, el toro estaba enojado y era evidente. El ambiente se tornó tenso y pesado, si Licha no tuviera miedo de que Lauti le parta la jeta seguramente ya hubiera prendido un palo santo, porque definitivamente ver a alguien tan amoroso y amable como Lautaro tan molesto y frustrado; era feo, era incómodo y era raro.

Apenas llegamos a vestidores el primero que se metió en las duchas fue el muchacho que hoy jugó en mí posición, se ve que necesitaba calmarse, Lauti siempre que se enoja después se arrepiente y anda pidiendo perdón hasta a la virgen. El vestuario está lleno de murmullos, seguramente todos hablan de Lauti y su enojo, si bien el toro tiene su carácter, realmente es un amor, y jamás llega a enojarse tanto como hoy, yo en cambio preferí no opinar, no decir nada, sé muy bien lo frustrante que llega a ser que te anulen un gol y más en un partido tan importante como esté.
Después de unos dos minutos llegó el Kun al vestuario bastante agitado, se notaba que había corrido para llegar ahí rápido.

-¡Boludo! ¡¿Por qué andas corriendo?!- Preguntó el capitán mientras se acercaba a su gran amigo preocupado, porque claramente es sabido que por sus problemas, no puede correr así.

-¿,Y Lau?- Intentaba regular su respiración, mientras, hablaba con el capitán e inspeccionaba todo el lugar con su mirada, buscando a su tan querido novio.

-Se metió a las duchas, ¿Estás bien? No podes correr así pelotudo, ya veo que la quedas acá nomás, tarado.- Se notaba que tanto Ángel cómo Leo estaban preocupados, por eso la manera de contestar del más alto, era demasiado obvio que lo que pasó con su amigo los dejo bastante inquietos respecto a su salud.

-Si, yo estoy bien, a ver salgan.- Los aparto de su camino para tomar rumbo a las duchas, antes de llegar allí salió Lautaro, parecía estar más calmado, pero aún así todos sabíamos que realmente estaba mal. -Lauti amor.- Su tono de voz era suave, muy distinto a cuando hablaba con alguno de nosotros o en algún stream, se nota que ama a Lautaro y demasiado, hasta podría decir que lo ama más que a sus anteriores parejas.

-Hola...- Frío y distante era poco para describir la manera de hablar de Lautaro.

-Ey no te pongas mal, esto le pasa a cualquiera, es recién el primer partido y fase de grupos, vas a ver qué el próximo partido va a ir mejor. Vos sabés que esto de ser nueves es así.- Sergio rió un poco y apoyo su mano con cuidado sobre la mejilla de Martínez, el cual por algún motivo se apartó rápidamente del tacto de su novio, eso fue la primer señal de alerta que logró que todo el vestuario quede en un silencio más sepulcral del que ya existía.