Megan había superado que todos la miraran con desdén.
Al cabo de un día, caminaba sin ocultar el pantalón debajo de la túnica. Sus compañeros seguían mirándola de forma extraña, pero ahora algunos se atrevían a reírse y otros hacían comentarios entre sus amigos. Nada de eso le afectaba.
No obstante, algunos profesores se detuvieron en ella más de lo debido. Examinándola. Y eso sí le preocupaba, sabía que era cuestión de tiempo antes de que alguno le llamara la atención.
Por eso, cuando la profesora McGonagall se acercó a ella mientras desayunaba, pidiéndole que la viera en su oficina antes de su primera clase, no le sorprendió. La pelinegra soltó un profundo suspiro antes de tocar la puerta del despacho de su Jefa de Casa.
—Adelante.
Megan ingresó en la habitación, y se sentó cuando la profesora le señaló un asiento frente a ella.
—Supongo que sabrá por qué la he citado aquí hoy, señorita Pinnock —comenzó McGonagall.
Megan evitó su mirada. Por supuesto que sabía la razón, pero no quería admitirlo. —Ah, ¿sí? —titubeó.
—Pinnock —dijo, en tono de advertencia—. No tiene sentido alargar más esta conversación —sacó un pergamino enrollado de uno de los cajones de su escritorio, y lo puso frente a ella—. Si fuera tan amable de leerlo en voz alta.
Megan tomó el pergamino. Se encontró con una carta de su madre dirigida a la profesora McGonagall:
Septiembre 3, 1976
Estimada profesora McGonagall.
Reciba un cordial saludo de mi parte. El motivo de la presente carta es para consultar su aprobación con respecto al uso de un uniforme diferente para Megan.
En las vacaciones, mi hija pidió permiso para usar pantalones con el uniforme del colegio. Si bien, le compré la prenda que deseaba, no estaba segura si infringía alguna norma del reglamento. Megan aseguró que todo estaba bien, sin embargo, de la manera más atenta, le pido a usted, profesora McGonagall, que me informe si mi hija tiene permitido cambiar, o no, las prendas del uniforme.
Esperando su pronta respuesta.
Atentamente: Juliette Pinnock.
La pelinegra apretó los labios. Sabía que su madre hablaba enserio cuando le dijo que enviaría una carta, aunque siendo sincera, deseaba que lo hubiera olvidado.
—La respuesta es sencilla: No, no puede usar pantalones de niño con su uniforme —declaró McGonagall. Volvió a rebuscar en uno de los cajones y sacó otro pergamino—. ¿Podría leer eso también?
Megan observó el papel. Era una pequeña parte del reglamento de Hogwarts:
"REGLAMENTO DEL COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA.
Normativa: Estudiantes
Cláusula 3. Los alumnos y alumnas deberán portar correctamente el uniforme del colegio descrito al momento de la matrícula.
3.1 Los chicos, exclusivamente, deberán usar pantalones escolares a la medida. De igual manera, las chicas usarán una falda escolar, y su largo no deberá ser menor a dos dedos sobre la rodilla".
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WOMAN'S WORLD || James Potter
FanfictionMegan Pinnock es una Gryffindor de pies a cabeza. Es valiente, segura de sí misma y determinada, pero... esas cualidades se ven frágiles cuando tiene que enfrentar un reto bastante ambicioso. Y es que después de una traumática experiencia de acoso...