Capítulo 14. Black

64 12 14
                                    

Megan despertó bastante tarde el sábado, y ese solo fue el primer indicio de que su día no iba a salir del todo bien. Había quedado de verse con Lena y Judy a las once de la mañana para salir a Hogsmeade, así que ahora solo tenía algunos minutos para almorzar antes de irse.

Al entrar al Gran Comedor, estuvo a punto de caminar hacia la mesa de Ravenclaw con sus amigas, sin embargo, divisó a Sandro sentado solo en la mesa de Gryffindor, de modo que optó por sentarse junto a él. No lo había visto mucho en los últimos días y quería preguntarle cómo estaba.

—¡Hola, Sandro! —saludó, tomando el asiento libre a su lado.

El castaño la miró sorprendido, luego sonrió. —¡Megan! Hace días no te veo ni el polvo, ¿qué has estado haciendo? ¿Amagos de Wronski todo el día?

Megan soltó una risa. —Por supuesto que no —dijo, al tiempo que tomaba un scone de arándano y le embarraba una porción considerable de mermelada de naranja—. Solo estuve ocupada, haciendo cosas por aquí y por allá, tú me entiendes. También estuve unos días en la biblioteca estudiando para mis exámenes, sobre todo la semana anterior.

—Lo sé, te vi algunas veces con Judy, Lena y unas gemelas.

—¿De verdad? ¿Por qué no te acercaste a saludar...? Oh, claro, por Lena. Lo siento, Sandro —le dio un gran mordisco al scone con remordimiento y bebió su jugo de calabaza. A veces tenía la costumbre de decir las cosas sin pensar.

—No pasa nada, Meg —respondió el castaño con una sonrisa conciliadora—. La verdad es que yo también estuve algo ocupado estudiando con mi amigo Jordan, y otras veces con Lily, Marlene y Mary.

—¿Lily, Marlene y Mary? —repitió, confundida—. ¿Te refieres a Evans, Mckinnon y McDonald? ¿Las chicas de mi curso?

—Así es, Lily me da tutoría. Me ayudó mucho con unos temas de Historia de la Magia y de Encantamientos —dijo con un extraño brillo en los ojos—. Es muy amable... y paciente.

Megan pensó que tal vez Evans le gustaba un poco por cómo hablaba de ella, lo cuál le dio esperanza, pues de verdad quería que Sandro fuera feliz. Era un buen chico y se lo merecía.

—Inteligente, amable y bonita —apuntó, alzando las cejas una y otra vez—. Parece una chica impresionante, ¿no crees?

Sandro torció los ojos y bebió un trago de su jugo de calabaza para después decir: —No lo hagas.

—¿Hacer qué? —preguntó con inocencia, para después meterse a la boca lo último su scone de arándano.

—No trates de buscarme pareja —sentenció.

—Yo no te la busqué —replicó Megan, limpiándose con una servilleta—. Creo que tú ya la encontraste solito.

A él se le escapó una sonrisa de lado. —Como sea, no intentes que la invite a salir o algo por el estilo.

La pelinegra sonrió con ironía. —Yo nunca te sugerí tal cosa, pero ¿por qué sería una mala idea? Has estado tan pendiente de no incomodar a Lena que no te has permitido continuar, Sandro, creo que deberías hacerlo.

—Yo... No lo sé, Megan —vaciló nervioso—. Es que no me siento muy seguro, ¿de verdad crees que debería...?

—Por supuesto, Sandro —contestó Megan. Ahora, mientras miraba la mesa pensando en si tomar otro scone o mejor una empanada de Cornualles, la profesora McGonagall se apareció frente a ellos.

—Señorita Pinnock, ¿me acompañaría un momento afuera del comedor? —le preguntó en tono inexpresivo.

A Megan se hizo un hueco en el estómago. Su primer pensamiento fue que la profesora sabía de Brujas de Medianoche y quería obligarla a disolver el grupo antes de que siquiera lograran algo. Preparó todos los argumentos que tenía para defender a sus chicas y luego, en un tono bajo e inseguro, contestó:

WOMAN'S WORLD || James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora