Capítulo 10. Brujas de Medianoche

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El miércoles por la mañana, Megan casi estaba terminando su desayuno cuando un castaño de ojos azules tomó asiento frente a ella en la mesa del comedor. La pelinegra estaba sola, pues se había levantado muy temprano debido al entusiasmo de su reunión «oficial» con su grupo, tanto así que fue la primera en llegar a la mesa de Gryffindor.

—Hola, Meg —saludó Sandro. Se veía algo cansado, tenía unas sombras oscuras debajo de los ojos que evidenciaban lo poco que había dormido.

—Hola, Sandro. Te ves agotado. ¿Qué haces despierto tan pronto?

Él sonrió de lado y alzó un hombro, despreocupado. —Bueno... Los últimos tres días he estado estudiando hasta muy tarde, y, por las mañanas, me he levantado muy temprano para desayunar.

—Si te duermes tan tarde, ¿por qué te levantas temprano? Deberías estar durmiendo.

Sandro se llevó a la boca una tostada que se terminó de dos mordiscos y luego se bebió un vaso entero de jugo de calabaza, parecía que sólo quería retrasar su respuesta. Hasta que por fin, se limpió los restos de jugo con una servilleta de tela y, con una expresión abochornada, contestó: —El domingo. Las vi desayunando con Lena, aquí mismo, en la mesa de Gryffindor.

Megan inhaló con fuerza y abrió un poco los ojos, pensaba que Sandro estaba molesto. —Lo lamento, Sandro. Yo le sugerí a Judy que invitáramos a Lena a desayunar con nosotras, pero no recordé, no hasta muy tarde, que ustedes habían tenido algo y que quizá se sintieran incómodos en la misma mesa. Te prometo que desde ahora nos sentaremos en la mesa de Ravenclaw.

Sandro frunció un poco el ceño. —No, no, Meg. No me molesta que se sienten aquí —se sinceró—. Pero sé que Lena sí se sentiría incómoda si me ve, y yo quiero que ustedes sean amigas. Por Lena. Ella es una chica increíble y le cuesta relacionarse con la gente. No quiero que huya de ustedes dos solo por mí, por eso vengo a desayunar muy temprano.

—Vaya, Sandro. Eso es... muy considerado de tu parte —reconoció. Hizo una pausa para pensar en la situación—. Uhm, de acuerdo. Pero, aparte de la razón obvia, ¿hay alguna otra por la que Lena se sentiría incómoda con tu presencia?

—No. Es que... —vaciló—. La verdad es que Lena terminó conmigo, por eso ella se siente un poco inquieta con mi presencia.

Megan asintió con cuidado, procesando todo. —¿Y tú...? ¿Tú hiciste algo para que ella decidiera terminar contigo?

Sandro ladeó la cabeza y la miró con detenimiento. —De verdad te importa Lena —murmuró.

—Es mi nueva amiga, Sandro. Solo me preocupo por ella.

Él asintió, convencido. —Lena es una chica brillante, todos lo sabemos. Es honesta consigo misma, por lo que sabe identificar bien sus emociones y sentimientos. Si no está cómoda con alguna situación, no se engaña pensando que tal vez las cosas mejoren con el tiempo.

—¿Quieres decir que ella no estaba cómoda contigo?

Sandro suspiró. —No, al contrario. Lena dijo, cuando terminó conmigo, que mi presencia le agradaba. Que si el resto del año nos dedicábamos a estudiar juntos, no le molestaría en lo absoluto. El problema era precisamente ese: que ella necesitaba una conexión más fuerte para un noviazgo que un simple compañero de estudio. Y conmigo no la tenía.

—Entiendo, terminó contigo porque no quería lastimarte más de la cuenta —señaló—. Y cuando desayuna en la mesa de Gryffindor se siente incómoda porque piensa que ella te va a incomodar a ti si la ves aquí.

El castaño asintió, aunque se le notaba afligido por todo el asunto. —Ella es realmente buena.

—Hay algo que no entiendo, Sandro. ¿Por qué querías darle celos, entonces? Judy me contó lo del perfume, y luego está lo del fingido coqueteo que hiciste el primer día en el desayuno. ¿Lo recuerdas? Dijiste que me veía linda y soltaste una risa muy forzada, solo para que Lena lo escuchara.

WOMAN'S WORLD || James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora