Capítulo 15. Hogsmeade

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El viento frío soplaba con mayor fuerza a medida que avanzaban por la calle principal de Hogsmeade, de modo que Megan se reajustó su túnica de invierno y sus guantes antes de volver a entrecruzar el brazo con el de Lena.

—No me sorprende —dijo la rubia, soltando un bufido—. Slughorn siempre ha tenido fama de ser grosero, especialmente con las mujeres.

—Sí, pero, ¿acusarme sin una prueba? Regulus ni siquiera le dijo nada cuando él ya había sacado conjeturas —contestó Megan ofendida—. Además, la forma en que le habló a la profesora McGonagall fue simplemente detestable.

—Seguro la profesora le dijo algunas cuantas palabras para ponerlo en su lugar —respondió Judy, colgada del otro brazo de Lena.

La pelinegra se rió. —Eso tenlo por seguro.

—Al final las cosas salieron bien, ¿no? —opinó la castaña—. El tal Regulus recibió su merecido por tirarte de la escoba; y tú, aunque Slughorn te acusó injustamente, saliste bien librada del asunto.

—Sí, eso creo —contestó pensativa—. Y tal vez hayamos sacado algo bueno de este asunto.

Lena la miró con interés. —¿Te refieres a Lucinda Talkalot? —preguntó.

—Sí, tal vez podamos reclutarla para nuestra sociedad.

La rubia sonrió. —Yo había pensado lo mismo.

Judy rodó los ojos, divertida. —Ustedes deben estar conectadas o algo así ¿no creen? Bueno, como sea. ¿Qué quieren hacer? ¿A dónde quieren ir primero?

—Uhmm, el cumpleaños de mi madre es el mes siguiente y quisiera sorprenderla con un regalo —anunció Lena, deteniendo su caminata—, aunque todavía no sé qué comprarle, ¿me ayudan a escoger algo? —preguntó mirando los escaparates de las tiendas más cercanas.

No había tantas opciones, pues a parte de los dos pubs, solo estaban Honeydukes, Zonko, una tienda de objetos mágicos, una boutique llamada Moda Tiros largos y una tienda de plumas de faisán llamada La casa de las Plumas.

—Por supuesto, Lena —respondió Megan—. ¿Cómo es tu mamá? ¿Le gustaría algo de ropa o accesorios? ¿O tal vez un libro?

—En realidad quería darle algo más personal, ¿sabes? —contestó pensativa—. Algo que le guste tanto que, en cuanto lo vea, me haga pensar en ella de inmediato.

—Yo sé dónde puedes encontrar algo —informó Judy, con entusiasmo. Señaló al fondo de la calle, en donde se encontraba una tienda escondida por dos arbustos rechonchos—. Dervish y Banges.

—Nunca he entrado ahí —dijo la rubia—. ¿Qué venden?

—Instrumentos mágicos —contestó Megan—. Es de las tiendas favoritas de Judy, siempre vamos ahí cada que buscamos algún regalo. La dueña es Madame Pritchett, hace la mayoría de objetos en su tienda. Vamos, tal vez encuentres algo que te guste.

Dervish y Banges era una tienda rústica de una planta; por fuera, las paredes eran de color verde y el tejado negro, también contaba con grandes vitrinas para observar toda su colección desde la calle; por dentro, la tienda era algo oscura y desordenada, con angostos pasillos repletos de objetos mágicos de todo tipo: espejos, bolsos, collares, accesorios, instrumentos, cofres, joyas, etcétera.

—Vaya —exclamó Lena, mirando a todos lados—. Es muy bonita.

—Dices que tu mamá también da clases de Defensa, ¿no? —preguntó Judy, y señaló un espejo ovalado de gran tamaño que había en la pared—. Tal vez le guste un reflector de enemigos.

—Uhm, no. Creo que ese sería ideal para mi padre, no para mamá —respondió distraídamente, al tiempo que examinaba unos collares con piedras de distintos colores, mismos que colgaban de una repisa.

WOMAN'S WORLD || James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora