Capítulo 17. Un último desastroso día

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Megan se levantó nerviosa, casi como el primer día del curso, cuando usó esos pantalones como protesta. Irónicamente, ese día era el último del año antes de las vacaciones de navidad y también estaba realizando una protesta, aunque diferente. La noche anterior, el grupo de Brujas de Medianoche había ido a la lechucería para enviar las cartas de disconformidad a los profesores y, si todo salía bien, esa mañana serían entregadas durante el desayuno.

—Hola, Megan —saludó Remus, tomando asiento frente a ella en la mesa de Gryffindor.

—Hola, Lupin —saludó la pelinegra, con una sonrisa. No se sentía con muchas ganas de sonreír, pero Remus estaba solo y, a pesar de juntarse con la persona que no valía la pena ni nombrar, le caía muy bien.

A continuación, el chico miró a su alrededor, como si buscara a alguien en especial, cuando no la encontró a la persona, saludó a las acompañantes de Megan algo decepcionado: —Uhm, hola chicas.

—Hola Remus —Ellie y Maren, quienes estaban a cada lado de la pelinegra, le devolvieron el saludo al unísono. Inmediatamente después, ellas y Remus comenzaron una conversación bastante entretenida sobre lo que harían en las vacaciones.

Megan, por supuesto, no estaba prestando atención. Sentía algunas náuseas debido al nerviosismo, por lo que apenas había dado un sorbo a su jugo de calabaza y probado un bocado de su scone de arándano, algo lamentable porque ella amaba con locura los scones. La pelinegra no perdía de vista las puertas del Gran Comedor, por donde en cualquier momento entrarían las lechuzas con el correo.

Estaba tan distraída que ni siquiera reaccionó cuando los amigos de Remus llegaron a sentarse junto a él. Fue hasta que sintió una mirada posarse sobre ella cuando fijó la vista al frente y se encontró con James, Sirius y Peter a los lados de Lupin. Cruzó por unos segundos la mirada con la de James hasta que el batir de cientos de alas la hizo girar bruscamente hacia las puertas. Había llegado el momento.

En la mesa de los profesores, varias lechuzas de diferentes colores bajaron junto al director Dumbledore y le entregaron una carta cada una; a su lado, la profesora McGonagall también recibía otras tantas. Megan se puso rígida cuando Dumbledore y los cuatro Jefes de Casa comenzaron a leer los distintos pergaminos enviados por Brujas de Medianoche.

Ellie, a la derecha de la pelinegra, se dio cuenta de su mirada. —Tranquila, Meg —le dijo—. Aunque quisieras no te vas a convertir en Legereme de repente, pasará lo que tenga que pasar.

Megan asintió y regresó la vista al comedor para fingir que desayunaba tranquilamente. Era muy probable que los profesores sospecharan de ella, pues en las cartas habían agregado la petición de un "uniforme neutro", en donde daban la opción a que las chicas pudieran usar falda o pantalón según su comodidad, cosa que, evidentemente, los llevaría directo a Megan. Y la pelinegra estaba muy consciente de aquello, había bastante probabilidad de que la llamaran a la oficina del director antes de que abordara el tren.

A su otro lado, Maren pareció leer sus pensamientos, o más bien, algo en su expresión se lo dijo, porque la miró fijamente y añadió: —Nos ocuparemos de ello juntas, Meg. No estás sola.

Megan le sonrió, por primera vez en el día, con sinceridad. —Gracias, Maren.

Volvió a sentir una mirada sobre ella, e inmediatamente se fijó en Potter, quien, sentado al lado de Remus, las miraba y escuchaba su conversación sin disimulo.

—¿Qué? —espetó Megan, algo fastidiada y a la defensiva. Últimamente su tolerancia dirigida a Potter estaba en cero.

James la miró por un segundo más, con una expresión calculadora, para luego encogerse de hombros y decir: —Solo le daba gracias a Godric porque hoy es el último día que te veré este año, Pinnock. Ya era hora de descansar de tu fastidiosa presencia.

WOMAN'S WORLD || James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora