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Estambul, palacio de Topkapi.
—Ya no serás más el gobernador de Manisa. Ahora serás el gobernador de Amasya, Mustafa —anunció el viejo sultán, quien mantenía su mirada fija en el joven hombre frente a él.
Mustafa dejó de fruncir su ceño y confundido abrió ligeramente su boca. Era claro que dicho anuncio lo había dejado desconcertado, no se imaginó que algún día escucharía esas palabras, es más ni siquiera pasó por su mente que el Sultán, su padre le daría dicha noticia.
Inmóvil en su lugar, Mustafa comenzó a procesar todo lo que acababa de escuchar era tan imposible de creer que llegó a pensar que había escuchado mal pero era más que claro que no era así y, qué sin aviso su destino había cambiado de una manera tan repentina.
Mustafa estaba desconcertado y también enfadado. No lo podía creer, ¿cómo podría su padre hacer esto con él? No había hecho nada malo y durante todo su vida no había cometido ni un solo error como Príncipe, dedicó su vida a la corona y al imperio, ¿y así es como su padre le agradece?
De cierta manera Mustafa se sentía traicionado y desilusionado porque su padre ya no confiaba más en él, porque de un día a otro el sultan lo había dejado de querer porque él no era tonto desde hace meses, no mejor dicho, desde hace años atrás había notado como su padre había cambiado su actitud con él era como si lo viera como un enemigo.
Un nudo en la garganta del príncipe comenzó a formarse impidiéndole hablar, impidiéndole preguntarle a su padre ¿por qué de su decisión?, ¿que había hecho mal para que lo castigará de esa forma? Impotente solo pudo tragar sus lágrimas y mirar con inercia a su padre, mientras este solo miraba los documentos que tenía en manos.
—Así qué desde este momento puedes considerarte gobernador de Amasya —continuo el sultán sin despegar su mirada de los pergaminos —. Siéntete orgulloso Amasya es una de las provincias más importantes del imperio.
Mustafa trago saliva y se movió inquieto en su lugar. Sentía como sus manos sudaban.
—Sabe que respeto su decisión, pero no entiendo la razón de esta decisión —comentó Mustafa —. Si es por el asunto del mensajero de-...
—He pensando en lo mejor para ti y lo mejor es que vayas a Amasya —interrumpió Suleiman levantado su mirada hacia Mustafa —. No cuestiones mis decisiones Mustafa, siempre pienso lo mejor para mis hijos.
Mustafa quiso tratar de entender a su padre pero simplemente no podía, todo era confuso pero sobretodo injusto. No comprendía porque su padre lo trataba de esa forma como si fuera un extraño, como si no compartieran un lazo sanguíneo.
