Parte VIII

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Movimiento Final

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Movimiento Final.
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En la densidad de la oscuridad, un majestuoso ejército avanzaba a través del bosque, solo interrumpido por el sonido rítmico de los cascos de los caballos y el chirrido de las espuelas. Las antorchas sostenidas por algunos hombres arrojaban destellos tenues, iluminando el sendero que conducía a las tierras de Budín. En la vanguardia, destacaba un corcel blanco de noble porte, cuyos ojos se mantenían fijos en la oscuridad, guiando a su jinete a través de la noche. Este magnífico corcel pertenecía al joven príncipe Mehmet, enviado a liderar esta invasión por las órdenes de su padre, el sultán.

Aunque su mirada permanecía vigilante en el camino, su mente estaba inmersa en pensamientos e inquietudes propias. Desde antes de abandonar la capital, una inquietud persistente lo agobiaba, generada por los acontecimientos recientes en el palacio, fruto de las decisiones de su padre. La sorpresa por su reciente nombramiento como gobernador de Manisa aún resonaba en él, algo que nunca había imaginado desde su infancia. Si bien anhelaba tener su propia provincia para demostrar su valía como príncipe, no podía evitar sentir una leve culpa, como si le hubiera arrebatado a su hermano Mustafa su provincia.

La confusión sobre la destitución de Mustafa como gobernador de Manisa y su nuevo cargo en Amasya le pesaba a Mehmet en el corazón. Mehmet no entendía por qué su padre había tomado esa decisión, y esa incertidumbre lo dejaba sintiéndose culpable por el sufrimiento de su hermano. Intentó acercarse a Mustafa, pero este lo rechazaba con seriedad y hostilidad, distanciándose y dejando a Mehmet con la sensación de que lo odiaba. A pesar de no ser responsable de las decisiones de su padre, Mehmet no podía escapar del sentimiento de culpabilidad.

Los intentos de Mehmet de hablar con el sultán para cambiar su decisión fueron frenados por la sultana Hürrem, su madre, y su hermana Mihrimah, quienes defendieron la elección del sultán. Aunque sospechaba de la participación de su madre y hermana en estos eventos, Mehmet se daba cuenta de que no ganaría nada rumiando sobre ello. Los daños ya estaban hechos.

Las palabras de Suleiman Pasha, que cabalgaba a su lado, interrumpieron sus cavilaciones.

—Todos están ansiosos por verlo en acción de nuevo, Alteza —comentó Suleiman Pasha, quien marchaba a su lado—. Esta es su primera invasión sin su padre y su hermano mayor; debe sentirse nervioso.

Las palabras de Suleiman Pasha rompieron el ensimismamiento de Mehmet, quien volteó hacia el hombre con una sonrisa amable y gentil.

—Así es, Pasha. Admito que tengo algo de miedo, no quiero decepcionar a nadie —confesó Mehmet asintiendo ligeramente—. No tengo a los dos grandes pilares que me enseñaron gran parte de lo que sé, pero sé que cuento con su apoyo para lograr esta victoria.

𝐂𝐡𝐢𝐧𝐞𝐬𝐞 𝐒𝐧𝐚𝐤𝐞 (Ș𝐞𝐡𝐳𝐚𝐝𝐞 𝐌𝐮𝐬𝐭𝐚𝐟𝐚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora