VIII. Tienes algo

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Narra Carla
Me desperté por un dolor de cabeza horrible, miré la hora y eran las 4:29 de la madrugada, genial. Cómo no se me pasaba bajé a bajo a por un baso de agua para tomarme una pastilla. Me puse unos pantalones cortos ya que solo iba con una camiseta ancha y mi ropa interior. Me fui a la cocina intentando hacer el menor ruido posible ya que era muy temprano y no quería despertar a nadie. Cogí un vaso y lo llené de agua.

-¿Qué haces despierta?

-Coño- dije llevándome la mano al pecho -que susto Gavi tio.

-Lo siento- dijo riendo - oye ¿estas bien?, estas como paliducha.

-Si, si, tranquilo, solo me duele la cabeza.

-¿Quieres que te traiga el termómetro?, es que no tienes muy buena cara- dijo un tanto ¿preocupado?

-Vale si, gracias- dije tragandome la pastilla.

Subió arriba y al rato bajó con el termómetro.

-¿Que has tenido que fabricarlo? has tardado mucho.

-Perdón es que no lo encontraba - dijo acercándose -a ver-me tocó la frente con el dorso de la mano -estas ardiendo póntelo.

Me lo puse, esperamos un rato que se hizo eterno hasta que sonó el pitido indicando que ya estaba, 38,4 de puta madre.

-Joder- dije al verlo.

-Ve a dormir te vendrá bien descansar- dijo levantándose.

-Vale- fui a mi cuarto seguida de Gavi.

-¿Quieres que me quedé hasta que te duermas?- me preguntó sentándose en la cama.

-¿Y que al despertar me vuelvas a echar de malas maneras? no gracias- dije cogiendole la mano para levantarlo.

-¿Aún estás con eso?- preguntó frunciendo el ceño -no sé porque lo hice ¿vale? supongo que porque tenía miedo.

-¿Miedo?- pregunte algo extrañada.

-Si, mis experiencias con chicas no han sido las mejores que digamos, y hace poco salí de una de ellas un tanto dolorosa- explicó mirando el suelo.

-Pero no tenías porque, sólo soy la hermana de tu amigo.

-Ya lo sé Carla- suspiró- pero entiéndeme, me daba miedo que si me llevaba bien contigo me iba a acabar enamorando.

-¿Y ahora ya no tienes miedo?- pregunté.

-No lo sé, eres una tía de 10, guapa, divertida, cariñosa... y podría seguir, eso no hace fácil la tarea, además teniéndote todo el día metida en casa.

¿Eso era una indirecta? Nah no creo.

Hija mía eres tonta, claro que lo es.

Callate ya puta conciencia.

-¿Por eso llorabas el otro día? tenías miedo- le pregunté acercándome a él.

-Bueno, un poco. ¿Te puedo contar una cosa?- dijo mirándome directamente a los ojos.

-Claro- dije.

-A ver, hace unos meses conocí a una chica, Paula. Me enamore terriblemente de ella. El día de mi cumpleaños, hice una fiesta en mi casa, no la encontraba por ningún lado, pero nunca me había dado razones para desconfiar de ella, era la novia perfecta. Mis amigos me empezaron a comer la cabeza con que si me estaba poniendo los cuernos que si no sé que, así que me fui a buscarla. Entré a mi habitación y me la encontré con uno de mis mejores amigos, y no jugando a las cartas precisamente. Eso me destrozó, estuve dos semanas sin salir de casa, no comía, no hablaba, solo dormía. Desde entonces no he querido saber nada más de chicas, pero llegaste tú y me vi obligado a hacer algo que en mucho tiempo no hice. Y cada vez que estás cerca es como que algo raro se forma en mí, no sé el que però tienes algo Carla- me quedé en shock, vi una lágrima caer por su mejilla y me apresuré a quitarsela con mis dedos pulgares, acto seguido le di un abrazo.

-Eres muy fuerte Gavi, esa chica no se merece nada de ti, no te llega ni a la suela de los zapatos Gavi. Eres un chico de 100, guapo, gracioso, divertido... No puedes permitir que alguien te destroze de esta manera. Yo pasé por algo muy parecido y sé lo complicado que es pero vas a superarlo, seguro. No tienes porqué tenerme miedo, nunca, lo repito nunca, sería capaz de hacerte nada, y después de esto menos- note como me apretaba más contra él - Yo también siento algo raro cuando estás cerca, nunca había sentido esto y también me da un poco de miedo- admití separándose del abrazo para mirarle a los ojos.

-Gracias- dijo sonriendo triste - por todo, de verdad.

Le di otro abrazo, duro unos minutos hasta que nos separamos, quedamos muy cerca, pero mucho. El cogió mi cara con sus manos y yo puse la mía en su nuca, bajó la mirada a mis labios a lo que yo lo imité. Me miró a los ojos como buscando aprovación la cual le di. Acortó la distancia que había entre nosotros, era un beso lento, suave, con delicadeza, no sé muy bien porque lo hice, ¿me gusta?, nah no creo, supongo que por la tensión del momento me dejé llevar.

No mientas, le tenías ganas desde que le viste.

Que te calles ya ostia.

Al separarnos las lágrimas de su rostro habían desaparecido y una sonrisa se había formado en su cara.

-¿Me puedo quedar a dormir?- pregunto rascándose la nuca nervioso cosa que hizo que me derritiera.

-Claro- dije sentándome en la cama abriendo la sábana para que se metiera.
Se tumbó encima de mi pecho abrazándome, yo le acaricie el pelo, a los pocos minutos caímos en un profundo sueño.

Noa 💜

Quién lo diría | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora