IV. Al final os llevaréis bien

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Narra Carla
Cerré la puerta de un portazo, estaba muy enfadada. Encima que me había preocupado por él en todo momento y me quedé calmandolo, ¿me lo agradece así?
Me tumbé en mi cama y al rato oí que llamaban a la puerta.

-Tata soy yo, déjame pasar- dijo mi hermano.

Me levanté a abrir la puerta, al verme me dio un abrazo.

-Oye no te enfades con él, al principio siempre es un borde ya verás que cuando coja confianza será más majo- dijo con una sonrisa reconfortante.

-No creo tete, es imbécil- dije cansada.

-Que si mujer ya verás, al final os llevaréis bien y todo.

-Si tu lo dices.

-Venga prepárate que nos vas a acompañar al entreno- dijo contento

-Buuuf, que pereza- dije tapándome la cara con un cojín.

Sentí un peso muy grande sobre mí.

-AAAA PEDRI QUE ME APLASTAS- dije gritando.

-Que exagerada eres de verdad- dijo riendo.

- Que pasa tantos gritos- el que faltaba, el pesado de turno.

-Que más te da- dije borde

-Carla...- me advirtió pedri.

-Lo siento es que me puede- dije

-Venga, cámbiate- dijo mi hermano -que llegamos tarde.

-¿Tarde a dónde?- habló esta vez Gavi.

-Al entreno- dijo pedri obvio.

-Ah, ¿qué esta también viene?, genial- dijo esto último en un murmuro que yo escuché.

-Tranquilo yo tampoco tengo ganas de verte la cara- solté.

-Haya paz porfavor- advirtió otra vez pedri.

-Es que menudo gilipollas tienes como mejor amigo tete.

-Y que hermana más maja- dijo Gavi con ironía, ganándose una mala mirada de mi parte.

-Venga, a cambiarse los dos- dijo mi hermano ya cansado.

Me fui a mi cuarto a cambiarme, me puse unos pantalones vaqueros pegados al cuerpo y un top negro, con las Converse blancas, y un jersey por si tenía frío. Quise entrar al baño para maquillarme un poco, pero alguien me lo impidió poniéndose enmedio de la puerta.

-De eso nada niñata, yo voy primero- dijo el imbécil de Gavi.

-Ni de coña- hice el amago de apartarme pero me cogió del brazo -Sueltame capullo.

-No.

-Gavi...- dije yo advirtiéndole.

-¿Que me vas a hacer eh?- pregunto divertido.

-Pues mira, a lo mejor te dejo sin hijos- dije sonriendo.

-Vaia pringada- se acercó a mi -lo que te gustaría tocar eso eh- dijo el muy guarro.

-Claro, claro me encantaría- dije irònica. -bueno me dejas pasar o vamos a estar aquí todo el día.

-Vas a tener que ganarte lo- dijo el muy pesado.

-Mira paso- me disponía a irme cuando me dijo:

-Anda entra- se apartó dedicándome una sonrisa a lo que yo respondí con un mala mirada.

-Gilipollas- murmuré.

-Chicos, venga que vamos tarde- grito mi hermano desde la planta de abajo.

-Ya vamos- dije yo de vuelta -¿ves lo que pasa por tus gilipolleces?

Quién lo diría | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora