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Con solo moverse un poco sintió un dolor intenso en su cabeza, sintió como un liquido caliente bajaba hasta su mejilla, sabía que era pero estaba tan adolorido como para preocuparse por eso

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Con solo moverse un poco sintió un dolor intenso en su cabeza, sintió como un liquido caliente bajaba hasta su mejilla, sabía que era pero estaba tan adolorido como para preocuparse por eso. Sentía pinchazos en su espalda producto de los vidrios que habían en el suelo del auto, frente a el estaban los asientos del mismo, todo estaba de cabeza, y podía ver varias manchas pequeñas de sangre por las paredes.

-Mama. ¿Estás bien?- al intentar levantarse solto varios quejidos, le dolía todo el cuerpo.

-¿Mama?- pregunto de nuevo al no recibir respuesta alguna de la mayor, volteando a ver a su costado extrañado, y ahí estaba, su brazo sangraba, su ceja estaba partida, tenía algunos rasguños en su mejilla, no se movía, estaba inconsciente, parecía que no respiraba, aún si lo hacía. Estaba tan asustado, lágrimas brotaron de sus ojos azulados, esa imagen quedaría grabada en su mente por el resto de su vida.

-¡Mama, Mamá, Mamá!¡Por favor despierta mamá!¡Mama te lo suplico despierta!- los sollozos junto con los gritos de desesperación del niño era lo único que se escuchaba dentro del automóvil.

-¡Mama!¡Por favor no me dejes, Mamá!- estaba realmente entrando en pánico, era la persona más especial en su vida, ¿Que haría si ella se fuera?

Despertó sobresaltado. Estaba en la casa, no su casa, pero si en Woodbury, su madre estaba bien, y eso lo hizo suspirar con alivio.
Desde que todo había comenzado, tenía repetidos sueños, de diferentes situaciones fuera de los muros, en ese infierno.

Soñaba con ese accidente, con los días en que tenía que peliar contra los muertos y correr de los vivos, aprender a usar armas, tener insomnio por el miedo constante de que algo pasara, pensar repetidas veces en su vida de antes, recordar el bosque al que iba a cazar con su padre, las noches de películas con su madre, los jugos de cartas con su tío, etc. Ahora todo se había ido, no había más felicidad real en el mundo, aunque estuvieras dentro de esos muros, eran solo una ilusión del mundo como era en el exterior, y como cada ilusión, en algún momento desaparece, y queda la nada misma.






















El niño coloco la última carta que le faltaba para ganar sobre la mesa.

-¡Ja!, Yo gano- se rió, mientras que Patrick se quejaba.

-No es justo, seguro hiciste trampa.- acuso con molestia falsa, la verdad era que no le molestaba perder contra su amigo, ya estaba acostumbrado.

-Claro que no, yo nunca hago trampa- se defendió con sus brazos cruzados sobre su pecho.

-Eso yo lo pondría en duda. Siempre que jugamos ganabas, no es normal.- replicó el hombre llegando a su costado.

-Eso pasa porque tú eres malísimo jugando, tío Merle- el hombre rodó los ojos, mientras veía la sonrisa del menor, para luego reír, y agarrarlo de los brazos para despues colgarlo en su hombro y empezar a girar, se escuchaban las risas de ambos familiares, cualquiera que viera la escena se olvidaría por lo menos por un segundo del mundo en el que se vivía ahora, fuera de esos muros.

Let's Survive TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora