[01 | Sueños con mariposas]

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Miércoles, 15 de febrero

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Miércoles, 15 de febrero.

01:09 am

El sueño se repetía, el joven hombre ya está cansado de eso. Así que se levantó de su cama y fue directo a la cocina por una taza de café, la necesitaba. Tomó la cafetera y la llenó de agua para calentar, la conecto y espero hasta que esté caliente, mientras esperaba busco su café, una taza y algo de azúcar.

Si su hermana estuviera ahí, lo reprenderá por la hora en que prepara el café, haciéndolo recordar que son la una de la madrugada y debería de estar descansando, después de toda esa semana agotadora de trabajo. Y tendría razón, el azabache está cansado, todos los días ir al Museo, estar junto a los admiradores de su arte, hablar sobre la inspiración para su obra, lo que lo motivó y qué es lo que quiere decir para él, ¿qué pensarían si supieran que cada cuadro que ha creado son productos de sueños? ¿Sueños que no tienen sentido? Y en ocasiones solo ve borrones, colores y mariposas, sobre todo mariposas.

Pero al final Tsutako, lo acompañaría en su desvelada e incluso haría galletitas para pasar el rato, hasta que Giyū se animará en contarle cuál es el motivo por el que se levantó. Y él le hablaría de su sueño, ese sueño repetitivo que tenía desde los 7 años, ese sueño que lo motivó a realizar su primer dibujo, el sueño por el cual hizo su primera «Mariposa rota», así fue como título a aquellos dibujos que solía hacer.

¿Quien diría? Que lo que comenzó como un hobbie, terminaría siendo lo que le da de comer en la actualidad, su trabajo y por lo cual era uno de los artistas más reconocidos a nivel mundial, su trabajo era admirable. No había lugar en el mundo que no conocieran su trabajo, a donde vaya era reconocido. Y las mariposas eran su marca, cada trabajo suyo, por obligación y por placer tenía una mariposa morada, resaltaba, pero ¿por qué mariposas? Simple era lo que siempre veía con nitidez y claridad en el sueño.

Aunque en los últimos 7 años, había comenzado a soñar con una chica, bueno al principio era una niña tal vez unos 13 o 14 años, era pequeña y frágil, o por lo menos eso parecía, tenía su ceño fruncido y se irritaba con facilidad, en sus sueños un par de veces le había gritado, cosa que al levantarse lo tenía de mal humor, lo cual no entendía era un simple sueño, no le afectaba en nada. Después de un tiempo dejó de soñar con ella, y volvieron los borrones, colores y mariposas, pero ahora en ocasiones, alcanzaba a escuchaba una suave, dulce, pacífica y cantaría voz, una voz de señorita, lo hacía sentir tranquilo y en paz, agusto aunque no lo quisiera admitir, pero también sentía una opresión en el pecho y un dolor agudo y constante, cosa que lo hacía levantarse y pasar en vela varias noches.

Una noche volvió a soñar con ella, pero ya no era una niña, era todo una señorita. Una jovencita hermosa, que podría cautivar hasta el más frío corazón, una sonrisa suave adornaba su rostro, pero no era una sonrisa verdadera, no entendía ¿como? Pero se dio cuenta de eso, en su primer sueño con ella, era como una máscara de cristal que podría fragmentarse en cualquier momento, pero a pesar de eso, la seguía manteniendo, ella lo miraba, molestaba y revoloteaba alrededor de él como una mariposa, una mariposa morada, fue ahí que decidió pintarla y exponerla, que no se quedará solo en bocetos, en dibujos de carboncillo o pinturas de acuarelas dentro de su cuadernillo, como venía haciendo desde hace años.

𝐿𝑜𝑠 𝐶𝑢𝑎𝑑𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑀𝑎𝑟𝑖𝑝𝑜𝑠𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora