[10 | Dibujos del pasado]

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«La vida es muy corta para amarte en una, prometo buscarte en la otra vida»
Willian Shakespeare.

«La vida es muy corta para amarte en una, prometo buscarte en la otra vida» –Willian Shakespeare

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1800 – Ubicación: Desconocida

|| Hace dos vidas ||

Las nubes grises que cubrían el cielo era un parteaguas que anunciaba que la lluvia estaba por llegar al pueblo, y todos los habitantes de este corrían a sus casas en busca de refugio.

Todos, excepto un pequeño de seis años que corría hacia el lago a la espera de que la lluvia haga su acto de presencia para así poder jugar bajo ella. Para el azabache, la lluvia era el mejor regalo de los dioses, cada vez que llovía solo ocurrían cosas buenas, como era el crecimiento de los cultivos que sus padres tenían, lo que los llevaba a tener una buena cosecha.

Además, el ojiazul amaba todo lo que tenía que ver con el agua, por eso su lugar favorito en todo el pueblo era el lago al que estaba por llegar.

Paró su carrera al ver que otra persona estaba parada frente al lago. Era alguien completamente desconocido para él. Sus padres le dijeron que no debe hablar con extraños, pero ella se veía que esta a pérdida, puesto que miraba a todas partes sin saberse ubicar.

La pequeña era nueva en el lugar, había salido a jugar con su hermana mayor a las atrapadas y tomó un camino que creyó conocer pero la llevo a ese sitio en que no podía ubicarse, estaba con algo de frío, las tormentas la solían asustar, se sentó en la tierra y abrazo sus piernas, tenía miedo y estaba apuntó de romper a llorar.

Hola... —la voz tranquila del niño junto a ella la sobresaltó, ocasionando que de un pequeño chillido. —Lo siento.

La disculpa llegó a sus oídos y con ella la niña volteo, a ver a quien le habló. En el rostro de la pequeña se veían los rastros de las lágrimas que había empezado a derramar, sus ojos púrpuras estaban algo rojos y su labio inferior se movía ligeramente.

'Es bonita' pensó. —Perdón. No quería hacerte llorar.

La ojipúrpura secó sus lágrimas y miró al niño frente a ella, sin entender porque se estaba culpando por su llanto. Negó con su cabeza y en un susurro dijo—: Me perdí.

Ah..., solo eso. —dijo como si no fuera importante.

Ella se molestó por eso. —Vete.

Pero te quedarás sola.

Le frunció el ceño. —Solo es eso.

Volvió a abrazar sus piernas y oculto su rostro. Sintió, como el cuerpo a su lado se levantaba y se alejaba.

'Bien hecho, tonta'. Se dijo antes de que las lágrimas se acumularán en sus ojos.

Pero, en lugar de alejarse, el ojiazul fue en busca de una ramita fina que no le haga daño, puesto que la usaría para pinchar suavemente su estómago. Regresó donde la pequeña y comenzó con su tarea, no tardó mucho en obtener su cometido.

𝐿𝑜𝑠 𝐶𝑢𝑎𝑑𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑀𝑎𝑟𝑖𝑝𝑜𝑠𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora