[04 | Un café y galletas]

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Viernes, 17 de Marzo

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Viernes, 17 de Marzo

16:25 pm

Las piernas le dolían tanto, que no se podía mantener en pie un segundo más, apenas pudo se tiró al piso a descansar, jadeaba en busca de aire, el agua se le había acabado, quería morir por el dolor.

Había estado bailando desde hace tres horas, ya tenía casi un mes practicando para el concurso, solo cuatro días más, se presentaría y acabaría con eso, ya había cumplido con las otras dos sanciones, solo faltaba esa y sería libre. Estaba muriendo por culpa de su cuñado, de no ser por el estaría tranquila en el trabajo y bailando en la noche por el parque a las afueras de la ciudad, casi las personas no iban y a ella le gustaba la tranquilidad que le transmitía.

Ella no había vuelto a pisar la escuela en la noche después de ser descubierta.

—¡¡Maldito!! Sanemi Shinazugawa. —Kochō lanzaba insultos a diestra y siniestra a su querido cuñado —¡Te voy a matar! Maldito perro rabioso —se sentía mejor.

Shinobu estuvo más de media hora ahí sentada descansando. Se levantó, tomó su toalla, secó su sudor, recogió sus cosas y salió del aula (que tomaba prestada para ensayar) de la Universidad y tomó rumbo a la cafetería.

Esperaba llegar a tiempo y poder ver a Tomioka, para conversar, le gustaba estar con él, era un chico con el que se sentía en paz, la hacía sentir ¿amada? Sin notarlo el pensar en el azabache la hacía sonreír.

Esperaba llegar a tiempo y poder ver a Tomioka, para conversar, le gustaba estar con él, era un chico con el que se sentía en paz, la hacía sentir ¿amada? Sin notarlo el pensar en el azabache la hacía sonreír

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—Kanao, deja de perforar con tu mirada a ese sujetó.

—No puedo evitarlo —respondió a su amigo rubio —él todos los días viene.

Se encontraban al otro lado del local, sentados a una distancia prudente del chico. Kanao no podía evitar verlo, siempre estaba ahí, en el mismo horario, esperando a que llegue su hermana.

¿Acaso no le bastaba con haberle robado los domingos de películas? Sino que ahora también su tiempo que compartían en la cafetería.

—Es cliente habitual —dijo Genya—. ¿Qué te salió en el ejercicio tres? ¿Acaso te cae mal?

𝐿𝑜𝑠 𝐶𝑢𝑎𝑑𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑀𝑎𝑟𝑖𝑝𝑜𝑠𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora