XI

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Dejame tocar tu alma a traves de besos sinceros que dejo plasmados en tu cuello.

—Enzo Rinaldi.

    Pendejo nunca he sido y cobarde solo con Crystal que me tiene agarrado de los huevos

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    Pendejo nunca he sido y cobarde solo con Crystal que me tiene agarrado de los huevos.

   Estos hijos de la chingada lastiman a Crystal y vuelven de visita de nuevo. Pero les tengo algunos postres de plomo para que se vayan felices de la fiesta.

    Es que me lleva Dios por todo lo que está sucediendo.

   En fin, se ha creado un concierto de plomo. Les disparo a ellos y ellos me disparan a mi, lindo jueguito.

    —¡Pero es que ya chingada madre de ustedes dos! —salgo hacia afuera. Mis guardaespaldas intenta cubrime colocándose delante mío, pero no se los permito.—. ¿Y a ustedes quién le dió el permiso de acercarse a mí mujer? ¿No saben quien soy?

   Uno de ellos se ríe. Este imbécil se está burlándo de mi.

    —Claro que sé quién es usted, Enzo Rinaldi. El mayor hijo de puta de Italia. —me ofende con ese hermoso comentario.

   —A ver, a ver, a ver. Aquí hay un sapo escondido. ¿Cuéntame papi que te hice? Porque de que he hecho muchas cosas y he matado a muchas personas, lo he hecho. —ahora soy yo quien se burla de él.

   —Mataste a mi jefe. Mataste Lorenzo Carreri y ¿piensas que nadie va a venir a defenderlo? —me reclama enojado por lo que hice.

   Lentamente me acerco a él y mientras camino le hago señas a mis hombres para que disparen en cuanto me acerque.

   —Te contaré algo. Tu jefe me robó un camión de merca y no permito que nadie me robe. Tu te metiste en la boca del lobo al lastimar a mi esposa. —con el borde de la pistola le doy en la cabeza y a su compañero le disparo en los dos hombros.—. No saben lo que les espera, asi que vayan rezando para que Dios los ayude.

   Me doy la vuelta y camino hacia el apartamento de Crystal.

    —Guarden a los dos hombres en mi almacén. No los toquen, ese placer se lo dejaré reservado para Crystal. —me doy la vuelta para entrar, pero me acuerdo de algo.—. Enciendan mi Jeepeta, nos vamos de inmediato para la cabaña.

    Ahora si camino y subo las escaleras corriendo. Al tocar la puerta duran 2 o 3 segundos para abrirla.

   Cuando la puerta choca con la pared, observo que quién la abrió fue Crystal y ni siquiera me da tiempo a preguntarle de si le sigue doliendo el cuerpo, porque ella se tira encima de mí cuerpo.

   No sé qué hacer.

    ¿La abrazo o la dejo así?

   Observo a la doctora que está detrás de Crystal y está me hace señas, además, de que abre los ojos cómo diciéndome que la abraze. Me siento regañado, pero de igual forma la abrazo. Coloco mis brazos alrededor de su espalda y la aprieto a mi pecho queriendo que sienta que estoy aquí.

IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora