IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

XXII

Me pregunto porque las personas juegan con mi paciencia sabiendo que no tengo.

-Enzo Rinaldi.

    Esa mujer tiene que haber salido del mismísimo infierno porque no debe ser normal que ella vaya jodiendome la vida cada vez que aparece.

   Su maldita voz de "no fui yo" me tiene harto hasta la coronilla.

   —¿Por qué me miras de esa forma, Enzo? —pregunta Katia echándole más fuego al incendio.

   Crystal me está mirando fijamente, claramente esperando una explicación. Obvio que le daré una explicación, pero no en este momento.

   Me levanto del mueble, luego de hacerlo giro mi rostro hacia Crystal.

    Sé que se enojará conmigo, pero no tengo tiempo para dramas.

   —Las personas que me darán el pesame por la muerte de mi hermano, ya han llegado. Necesito estar allá fuera y no quiero tener que aguantar discusiones ni problemas. —Crystal se levanta de inmediato, sorprendiéndome por la brusquedad con que lo hace.

     —Iré a mi habitación y me vestiré. Al terminar el funeral, me iré de aquí de una vez por todas. —Ni siquiera espera a que le conteste, sino que giró de inmediato en sus pies, obviamente lo más lento que puede para no lastimarse.

   La chica que contraté para que la cuidara y ayudara en todo lo que ella quisiera, se acerca rápidamente para encaminarla hacia la habitación.

   Espero a que Crystal esté lo suficientemente lejos de Katia y yo, para entonces llevar a cabo mi plan.

   Sin que Katia lo espere, me acerco a ella y colocando mi mano en su cuello, la aprieto hasta que ella empieza a golpearme el pecho, acto que me dice que desea que la suelte porque se está quedando sin aire.

   —Eres pinche creída. Eres la mala suerte en persona. —suelto su cuello y me alejo de ella, tan solo unos centímetros.

   Katia se enoja a tal punto que se pone roja de la furia.

    Me importa una pinche verga que ella se enoje.

—¡He estado 1 año completo yendo detrás de ti como si de un perro se tratase! —sus ojos se vuelven cristalizados y de ellos brotan varias lagrimas, dejándome desconcertado—. Estoy tan jodidamente enamorada de ti, que no he vuelto a acostarme con ningún hombre después de ti. —se acerca de impulso hacia mi y cuando logra estar muy cerca mío, empieza a acariciar mis hombros—. Solo deseo que tú me toques. Te amo, Enzo. Ya no me hagas esto.

    Acerca sus labios a los míos, pero empujandola lejos de mi, evito que ella cometa una locura y que a mi me mate Crystal por dejarla.

     —No vuelvas a intentar eso. Mira... —coloco mi mano derecha en mis labios, pensando en como decirle que no quiero nada con ella—. Antes de que tuviéramos sexo hace un año, sabías cómo soy, después del matrimonio fallido de mi difunta esposa y yo.