IMPERIO RINALDI© (1 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

40th

Mi amor por ti es más grande que el mismo cielo.

—Enzo Rinaldi.

    —¡Doctor, doctor, un maldito doctor de inmediato, Elliot!

    ¡Dios mio! ¿Cuando podré dormir en paz? ¿Cuando podré descansar y estar confiado en que nada le pasará a la mujer que amo? Esto es un maldito infierno y una de las más grandes torturas que he tenido.

    Estoy desesperado y angustiado por Crystal. El ver las sábanas manchadas de sangre me hace entender que de nuevo hay peligro de que ella aborte y eso me pone ansioso de saber que pasará en lo adelante.

    Por mis gritos desmedidos y escandalosos, varios doctores salieron al pasillo para observar de donde viene la llamada de auxilio y desde que me ven corren hacia mi.

    Malditos doctores. No pueden ser más rápidos.

    Estas situaciones son las que me muestran lo mucho que amo a Crystal y lo mucho que deseo tener una vida normal y tranquila con ella. Solo espero que cuando en una semana empiecen las votaciones, que él pueblo italiano vote por mi. Es lo único que pido para poder darle la vida tranquila que Crystal y él bebé que viene en camino merecen.

   Dos doctores mueven a Crystal a una camilla diferente, para poder llevársela. Siempre deseo ir con ella en estos momentos, pero sé que no se puede y eso me vuelve loco.

    Su rostro me tortura.

    —Por favor, quiero que mi esposo venga conmigo. —dice Crystal suplicando que me dejen ir con ella.

   Los doctores me miran y rápidamente quitan la mirada.

    Malditos, siempre con la excusa de que no se puede pasar a la sala de cirugía.

    —No se puede. —comenta uno de los doctores y este gira su cara con expresión amable.—. Espere aquí, señor. En cuanto pueda le traeré noticias.

     Ruedo los ojos más que enervado por su maldita incompetencia. Me acerco a Crystal, deteniendo que se la lleven.

    —Estaré aquí amor para ti. No te mueras. —cuando digo esto ella me sonríe. Era lo que esperaba, que sonriera.

   —Debajo de la almohada hay una nota. No sé quién me la envió, pero tengo miedo...
  
   Los médicos me tocan el hombro para poder quitarme del medio, a lo que respondo con una mirada que Crystal suele llamar asesina. Sin embargo, ellos ni se inmutan, al parecer ya han tenido que soportar a muchas personas con mi carácter.

   Hijos de la chingada, Crystal me estaba diciendo algo importante.

    Estoy impaciente, pero al ver a Elliot correr hacia mi, supongo que hay una pizca de esperanza de que me traiga buenas noticias.

   Cuando se acerca lo suficiente, agarro su brazo derecho y lo empujo hacia la habitación en donde estaba alojada Crystal.

    —Maldito imbécil, ¿Dónde estabas? —pregunto más que molesto.