Capitulo 4

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Hay visitas que te alegra y otras que simplemente amargan el día, hoy es una de ellas, observo a Richard hablar con el terapeuta que trata mi problema en la columna y por consecuencia mis piernas

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Hay visitas que te alegra y otras que simplemente amargan el día, hoy es una de ellas, observo a Richard hablar con el terapeuta que trata mi problema en la columna y por consecuencia mis piernas. Demasiado frustrante es no poder moverme para tenerlo ahora dando vueltas a algo que debería ser simple, las visitas de Gastón son escasas, aunque sirven para distraerme, aun me cuesta aceptar que todos se hayan ido.

No siento que hayan pasado cuatro meses en los cuales estuve inconsciente, claro todos siguieron con su vida y cada vez es más notorio, cuesta asimilar que ninguno este, no haberme podido despedir de Kevin, y los demás simplemente no sé dónde fueron a parar, es como si Kibao y Maia hubieran desaparecido. Lo más frustrante de todo es asistir a terapia cuatro veces por semana sin ver mejoras, ni siquiera el entrenador se arriesgaba a tanto, quiero volver a caminar, aunque me digan que es demasiado simplemente no puedo notar avances.

—Esto es ridículo —me incorporo liberándome de esta ridiculez—. No sirve.

—Junior esto lleva tiempo, deja de quejarte y permite que hagan su trabajo.

Odio a Richard, maldición, lo odio. Tener el alta no es suficiente, que mi hermano se mudara es absurdo, soy egoísta al querer que esté en casa amortiguando lo pesado que es tener a todos atrás y principalmente duele no importarle a nadie. Si esto funcionara hubiera recuperado algo, aunque sea una mínima sensibilidad ya llevo dos semanas viniendo a diario y no hay resultados de nada, me siento un niño al que protegen, en cierta forma, aunque limitado en el hospital tenía más libertad que en mi casa.

—Busca a alguien más —aclaro mirando con odio el lugar, tecnología, una porquería que no sirve para nada—, quiero irme, termine.

Observo la silla de ruedas en la esquina y a duras penas me la traen, mi vida acabo sobre ruedas y sobre ellas seguirá, aprenderé a manejarme en esta mugrosa cosa si es necesario. Me ayudan a sentarme y sigo con los ejercicios de movilidad de mi mano izquierda, al menos de lo inútil que era soy un veinticinco por ciento más útil ahora que estoy cada vez más cerca de recuperar la movilidad de mi brazo solo queda que mis estúpidas piernas reaccionen y nada.

Cómo siempre Richard se despide mientras me alcanza arrastrándome hasta el ascensor, es una pesadilla, quisiera tener un mínimo de acceso a internet, pero Charles cambio todas las claves y se llevó mis electrónicos. Tengo un accidente, casi muero y me castigan para que no me conecte a nada, no sé qué esconden, pero esto ya es sospechoso y el hecho de tener amnesia no soluciona nada.

—Se lo frustrado que debes estar, pero no puede desquitarte con quiénes tratan de ayudarte —me ayuda a subir al auto y abrocho el cinturón esperando que guarde la silla—, puedes al menos decirme que te molesta.

—Enserio lo preguntas —digo sarcástico mirándolo de reojo—, dime qué tan probable es que recupere la sensibilidad.

Guarda silencio sujetando el volante, odio que haga eso, últimamente todos lo hacen, si digo Maia recibo mentiras o silencio, Kibao miradas silenciosas, hubiera muerto así todos tenían motivos para llorar y guardar silencio; es que no notan que esto me afecta, lo odio. Espero pacientemente a que diga algo, si arranca el auto sin decirlo soy capaz de ocasionar otro accidente, al final de cuentas no tengo nada que perder y él se libraría de los problemas que tiene con su ex y las gemelas.

INOLVIDABLE. Confiar, conectar y corregir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora