Capitulo 2

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Agota estar en este mugroso hospital, es estresante, llevo una semana entera yendo de un lugar a otro haciendo estudios sin tener siquiera un diagnóstico que diga la maldita secuela que tengo, aunque no me lo quieran decir lo sé

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Agota estar en este mugroso hospital, es estresante, llevo una semana entera yendo de un lugar a otro haciendo estudios sin tener siquiera un diagnóstico que diga la maldita secuela que tengo, aunque no me lo quieran decir lo sé. Ahora, no solo mí sangre es el problema, sino todo mí cuerpo, mi cabeza me dificulta pronunciar palabras largas, mis recuerdos no vuelven, mis piernas no reaccionan, al menos de a poco recupero la movilidad en el brazo izquierdo, aunque sus movimientos sean mínimos sé que es cuestión de tiempo para recobrar su función.

Observo a mí madre sentada en el sillón leyendo un libro junto a la ventana, libro que usa para esconder los panfletos que le vi tomar por los pasillos sobre pacientes en coma. Qué curioso terminar en un hospital especializado en comatosos y accidentes cerebrales, aún más sorprendente resulta que Richard pidiera un puesto para tenerme controlado, no sé qué más puedo esperar, me encanta tener que vivir con esta mierda de ser controlado.

Odio esto, no sé a quién demonios se le ocurrió llamar a emergencias, me hubieran dejado tirado en el barranco con el auto y muerto, cualquier cosa era mejor que estar en esta situación. Las únicas veces que estoy postrado en cama es cuando duermo o con la operación del año pasado y aun así seguía teniendo una vida, ahora no puedo siquiera mover un dedo del pie.

—¿Cómo está Maia? —pregunto de nuevo siendo ignorado por mí madre, tomo el control remoto y se lo tiró captando su atención.

—Junior —se sobresalta mirandome—, Maia está bien.

—Deja de decir lo —me trabó y golpeó la cama intentando calmarme, es frustrante—, lo mismo que los otros.

—Jun, Maia estuvo muy preocupada por ti —gruño y tomo el tenedor del desayuno amenazando con lanzarlo—, Magger le consiguió clases de canto y están muy ocupados grabando, vuelve muy tarde y cansada.

—No, no me mientas.

—Dime cuando te mentí —se pone de pie apoyándose en la cama mirándome a los ojos—, Maia está ocupada con Kibao.

Entrecierro mis ojos viéndola extrañado, puede que nunca me mintiera, pero sabe que palabras usar para calmarme, me arrebata el tenedor y lo deja sobre la fuente quitando el pelo de mí rostro. Se que intenta que no la vea llorar, pero sus ojos delatan lo mal que está, observo la silla de ruedas junto a la puerta, si sigo en esta habitación voy a volverme loco. En este momento no me importa nada mas que salir y recuperar un poco de libertad, necesito control tener un panorama a lo que me enfrento sin mentiras y secretos que para protegerme prefieren tener. 

En estos días llegué a conocer cada minúsculo rincón de este hospital, incluso pude contar la cantidad de arañas que vi, estoy en el tercer piso, área especializada a cuidados intensivos y problemas cerebrales. Quisiera poder decir que no tengo nada, pero sería mentirme, cuando parece que las cosas van a mejorar todo empeora. Una parte de mi quiere ver a Maia y la otra no desea que me vea así, a pesar de todo quiero saber de ella, un llamado, un mensaje o una simple señal.

INOLVIDABLE. Confiar, conectar y corregir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora