IV

15 4 0
                                    

Hemos pasado una semana hablando de puras tonteras y aunque al inicio solo lo veía como mi amigo, hoy empiezo a sentir algo por él. Quiero conocerlo y me entra un estado de ansiedad de solo pensarlo. Mi madre parece militar porque no me deja salir y no es por la pandemia, es porque ella siempre ha sido así. Me cuida como si fuera un muñeco de porcelana, que en cualquier momento se puede romper.

Ella no sabe que ya estoy rota.

Descubrí por mis preguntas insistentes de que es dos años mayor que yo. Tiene 21 años, que le gusta hacerle bullying a cualquier persona, aunque no ocupa esa palabra obviamente para contarme lo que ha hecho (Ya lo regañé por eso) Siento que debo generar un cambio en él. Algo en el fondo de mi, me dice que tengo que ayudarlo de alguna forma. No sé en qué y espero descubrirlo con el paso del tiempo.

Le gusta tomar bebidas alcohólicas. No le encuentro problema alguno, pero al pensar en ello se me viene mi padre a la mente. Él toma y no cualquier cosa. Le gusta el vino. Por esa razón ya lo estamos perdiendo. Mis padres se separaron hace muchos años y creo que fue la mejor decisión. Aunque muchos pensaron que me dolió. No fue así. Lo deseaba como el mismo aire para respirar. La relación entre ellos fue muy complicada, solo pasaban peleando y ni mi hermano, ni yo soportábamos esa situación.

Una cosa lleva a la otra, porque pensar en mi hermano hace que me duela todo el cuerpo. No quiero pensar en ello, por eso decido hacer ejercicio. Voy a mi cuarto, busco mi ropa de ejercicio y me enfrasco en ello por una hora y media.

Prefiero que me duela el cuerpo y no el alma.

Así pensaré menos en ello.

Cuando algo se te mete a la cabeza ya no te lo puedes sacar. Termino y veo el teléfono sonando.

Carajo, es una video llamada.

Videollamada entrante.

Nate U

Corro al baño en busca del espejo y el peine. Me lo suelto y lo arreglo lo mejor que puedo, dejando una mayor cantidad de pelo al lado derecho de mi cabeza. No me gusta hacer la linea de en medio. Es más me parece una ofensa. Termino de peinarlo y salgo de nuevo al cuarto en donde sigue sonando. Contesto y recuesto el teléfono en un bote de lapiceros mientras me siento en una silla negra que va a juego con el escritorio.

Lo veo ahí mirándome con una camiseta blanca. Es ancho de hombros y con una sonrisa muy linda.

—Hola —Digo nerviosa. Es nuestra videollamada.

—Hola, quería conocerte —Suelta.

—Yo también, aunque no crees que es mejor en persona.

—Si, pero pasamos muy ocupados —En eso sí tiene razón.

—Tal vez en vacaciones o un fin de semana —Pronuncio acortando la idea porque no podría esperar unas vacaciones.

—Sí, podríamos organizarnos.

—Perfecto ¿Y qué haces? —Le pregunto.

Es muy guapo. Parece un super modelo de las revistas. Sus ojos. Me los imagino viéndolos fijamente. Me dijo que son un poco claros, pero mierda, son hermosos. Se puede ver a través de ellos lo que piensa o siente. O eso creo yo.

—Pensando en ti.

—Ah —Siento mi rostro arder.

—Uf, se puso roja chelita.

—Eh, no.. mmm, eh —No me traicionen nervios— No seas tonto —Digo por fin.

—¿Por qué te pones nerviosa pues? —Tira. Está atacando.

24 de febreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora