IX

11 2 2
                                    

—Está bien, pero no pienses en eso por un momento —¿Qué? Eso será imposible.

—Bueno.

Pasamos unos quince minutos chisteando de nuestras vidas y lo que hemos vivido durante la cuarentena. Momentos traumantes la verdad. Todos los jóvenes deberíamos de tener un psicólogo para ver por nuestra salud mental. Parece que el silencio no cabe en nuestra conversación hasta que regresamos al tema inicial.

—Y bien señorita, quiero que me diga ¿Alguna vez te has tocado?

—¿Tocado como? —Bueno, ya sabemos que piensa mi cabeza.

—Tu parte intima.

—Nou, solo para bañarme —Suelta un suspiro al otro lado.

—Y ya has pensado en hacerlo —No, nunca lo he hecho.

—Si te soy sincera, cada vez que tengo sensaciones en mi cuerpo, prefiero dejar que pasen y no hacer nada.

—Así que no te das placer —Habla con voz más baja y sensual.

—No —Digo tragando fuerte.

—¿Te gustaría hacerlo? —Claro que sí, aunque me da miedo no hacerlo muy bien.

—Quizás —Contesto dudando.

—Y a los cheros ya los has visto desnudos.

—Si te soy sincera, en persona no, pero mis amigas siempre han sido muy necesitadas y en confianza han enseñado una que otra foto.

—Mmm —Siento que me le hago muy interesante. Más lo es él para mí— ¿Y qué te gustaría hacer? —No seeee, no se nada.

—No tengo idea alguna, orienteme usted —Le explico lo más amable posible.

—Quiero que apartir de ahorita imagines, que soy yo quién te beso en la boca, tus labios dulces y rosados —Ligeramente me toco los labios con dos dedos y me lo imagino, una sensación nueva se atraviesa por mi ser—, y poco a poco voy dejando besos fugaces en tu cuello —Su boca sobre mi. Un escalofrío me recorre. Tiro mi cuello a lado izquierdo inconscientemente—, imagina que te toco, tocate Kenya —Uff, mencionó mi nombre completo, se escucha tan bien en su boca. La respiración se me empieza a acelerar y un deseo por tenerlo cerca se apodera de mí—, pon tu mano sobre tu pecho —Su voz es baja y sexy—, tócalo y luego pasa por los pezones tus dedos —Le hago caso, un calor se apodera de mi cuerpo, lo deseo—, hazlo, aprietalos —Por instinto lo hago.

—¡Ah! —Digo casi sin aliento. No me puedo creer que lo estoy disfrutando.

—Así me gusta, eres obediente —Esto es nuevo. Tengo mucha calor, estoy deseosa y mi vientre tiene nuevas sensaciones—, hazlo otra vez, imagina que soy yo. Te tomo los pezones con la boca y succiono —Vuelvo a jalarlos, es delicioso. Vuelvo a jadear—, como no desearte Ken —Su voz, me vuelve loca—, ahora voy bajando hasta llegar a tu ombligo, meto mi lengua en él —Algo más que mariposas invade mi vientre, quiero quitarme esta sensación, no es mala, pero tampoco es buena—, sigo bajando y voy metiendo poco a poco la mano bajo tu ropa interior ¿Lo haces Ken? —Se detiene a preguntar, solo quiero que siga, que no pare.

—Si —Digo con la boca seca.

—Bien, voy bajando y noto que estás mojada —Dudo si meter mi mano porque nunca he hecho algo así. Me dejo llevar e inspecciono mi cuerpo sorprendiéndome porque me siento húmedo. Es la primera vez que me sucede algo así— Poco a poco voy tocando tu cuerpo. Abro tus piernas —Me lo imagino a él sobre mí, tocándome y me entra más deseo— y voy tocando tu clitoris —Lo localizo y empiezo a hacer lo que dice.

—¡Ah! —Vuelvo a gemir.

—Lo estamos haciendo bien. Sigo moviendolo en círculos con mis dedos, seguramente muy rosada, como a mi me gusta —Uff, más calor invade mi cuerpo mientras suelto otro gemido, esto es algo nuevo, inexplicable y mágico— Voy bajando y meto un dedo en tu interior —Abro mucho los ojos al notar que quiero hacerlo, poco a poco voy metiendolo y noto que es otra experiencia, muy diferente y placentera. Me lo imagino a él, haciéndome suya—, lo saco y lo vuelvo a meter —Le hago caso y a medida va hablando voy subiendo la velocidad hasta que siento algo diferente. Como una descarga de energía constante que me relaja de inmediato— ¿Te corriste? —Pregunta, no sé si decirle la verdad porque siento mucha vergüenza por lo que acaba de suceder.

24 de febreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora