[ACTUALIZACIÓN 21-06-24: CAPÍTULO 15!! ♥ espero que os guste y pronto seguiré subiendo más capítulos]
-*-
-Si nombrarais a todos los chicos de los que algun...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sabía que era mala idea que Yukako me dejara sola con él. Nada más verla precipitarse afuera, doy por hecho que ha captado una idea equivocada. Miro con culpabilidad a Josuke, que corresponde el cruce de miradas desinteresado, y luego me giro hacia Yukako, sentada justo a mi lado.
-¿Cómo ha ido? -susurra.
-JoJo ha reconocido que le cae muy bien.
Su cara de orgullo habla por ella.
-En el lenguaje de chicos, eso significa que le parece mona. Buen trabajo.
-Tengo la impresión de que respeta mucho a su amigo Okuyasu, y si a él le da por enamorarse de (T/N), entonces no se atreverá a dar el paso -al advertirla pensativa, añado:- Voy a comprobar cómo está.
Después de insistir hasta lograr nuevamente la aprobación del profesor, lo cual en otras circunstancias habría resultado imposible, camino (o mejor dicho, corro) hacia los aseos.
Allí, enfrente de la puerta de uno de ellos, la observo hablar con un hombre de unos aproximados treinta años, rubio, alto y vestido con un elegante traje. Hay algo en él, no sé si su esencia o su simple presencia, que me hace retroceder unos pasos. Me cuesta imaginarlo como alguien a quien se recurriría para pedir consejo o hablar de un tema no relacionado con la materia que imparte. En cualquier caso, solo entonces comprendo que voy a tener que esperar si quiero entablar un diálogo con ella.
-*-
12:39 pm
Lunes 14 de junio
Pasillo planta 1, Instituto de Morioh, Japón
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Es el profesor más atractivo y al mismo tiempo extraño que jamás he conocido. Tiene que serlo. No sé ni de dónde ha salido ni cómo he logrado preocuparlo tanto por mi salud, pero acaba guiándome hacia el lavabo del patio cuando termino de contarle lo que pienso que me sucede: síntomas del amor. Je, segunda persona enterada: un completo desconocido.
-Una buena forma de librarte de la ansiedad que te consume consiste en poner tus manos a remojo. Es más práctico que hacerlo con tu rostro, ¿no?
Madre mía, habla como un filósofo anticuado. Un guapísimo filósofo anticuado a quien no he tenido la suerte de conocer como mi mentor.
-Sí, sí -me termino de secar la cara, más renovada.
Acto seguido, y sin cuestionar su excentricismo, lo sigo hasta el patio. Allí pongo las palmas bajo el agua de la pequeña fuente nada más captar su invitación, no sin antes percatarme del contacto de su propio tacto junto al mío.
-Así, como si las estuvieses enjabonando.
Frota su pulgar contra el dorso de mi mano, delicadamente. Mentiría si dijera que la cercanía entre nosotros no empieza a parecerme incorrecta. Y bastante prescindible. Aunque era justo lo que se requería para saber su nombre: en la diminuta placa metálica enganchada a su chaqueta se lee "Kira".
-Muy bien.
Entrelaza sus dedos con los míos y yo lo dejo, porque claro, todo sea por el antídoto que creo necesitar para dejar de ser un manojo de nervios.
-Unos minutos más y ya te habrás calmado.
¿Minutos? Apenas unos escasos treinta segundos. Separa sus manos con lentitud, que en comparación con las mías son grandes y cálidas, y me examina, aparentemente satisfecho. En serio me pregunto, ¿a qué ha venido todo eso? ¿Por qué yo? No sabría si esto hace de mí una estudiante afortunada o no.
-Gracias, me ha servido mucho -le agradezco igualmente de camino a clase, todavía escoltada por su presencia.
-No hay de qué.
Procediendo el instante en el que se dirige a las escaleras con una leve sonrisa confiada, acomodo los bolsillos de mi pantalón y escondo en uno de ellos la lámina con los rótulos de su nombre. Me lo ha puesto en bandeja.
-*-
Bueno, posiblemente te estés preguntando que para qué quiero yo su tarjeta de identificación, careciente de valor. De nuevo, la respuesta conduce a Okuyasu, a quien llamo después de clases para explicarle la disparatada situación.